Page 215 - 100 años en femenino
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 han pasado a la historia se pueden contar, hasta bien entra- do el siglo xx, casi con los dedos de una mano.
A principios del siglo xx, el eminente director de orquesta británico sir Thomas Beecham declaró: «No hay composi- toras, nunca las hubo y posiblemente nunca existirán». Con esta afirmación, borraba de un plumazo la existencia de mu- jeres que, desde la Edad Media, habían intentado hacerse un hueco en uno de los más inaccesibles campos creativos para la mujer: el de la música. Negaba la existencia de nombres como los de Hildegard von Bingen, de Marianne Mozart, la talentosa hermana del compositor que esta vez, y no como en el caso de la hermana de Shakespeare imaginada por Virginia Woolf, sí existió realmente y cuyo talento se vio confinado a los márgenes de la historia de la música, de Clara Schumann, la que tantas veces maldijo a su padre por haberle hecho creer que podría dedicarse enteramente a la composición, de Fanny Mendelssohn o de Alma Mahler, impulsada por su marido, el gran Gustav Mahler, a dejar una actividad tan masculina como la composición musical para dedicarse a algo tan femenino como cuidarle y hacerle feliz.
En España, los nombres de mujer dedicadas a la música58 son escasos: Mariana Martínez (1744-1812), austriaca de origen español, amiga y colega de Haydn y Mozart, y figura destacada del clasicismo vienés; Isabel Colbrán (1785-1845), cantante y compositora, mujer de Rossini; las cantantes Lo- renza Correa (1775-1832), Benita Moreno (1792-1872) o las famosas hijas del tenor Manuel García, miembros de una de las familias más influyentes en la música europea del xix: María Malibrán (1808-1836), española cosmopolita, pione- ra de la emancipación de la mujer, y Paulina Viardot (1821- 1910); o instrumentistas como la célebre arpista Clotilde Cerdá (1852-1926), conocida como Esmeralda Cervantes.
El siglo xx se abre de forma muy prometedora, y así en la ge- neración musical que conocemos como de los Maestros son numerosos los nombres femeninos, como los de Emma Cha- cón, Onia Farga o María Luisa Bosch. Pero destacan sobre todo la compositora y pianista Emiliana de Zubeldia (1888- 1987), alumna de la gran pianista Blanche Selva, que llegó a trabajar para los Ballets Rusos de Sergio Diaghilev. Tras la guerra se exilió en México, donde siguió componiendo y en- señando. Su amplia producción incluye música sinfónica y de cámara, así como creación coral y abundante obra pianística, y a lo largo de su extensa carrera siempre se mantuvo fiel al
María de Pablos dirigiendo una orquesta
Ca. 1929
Colección particular, Madrid
216—Mar García Lozano Rutas ignoradas. Mujeres en la literatura y en la música del siglo XX



























































































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