Page 69 - Anuario AC/E de cultura digital 2017
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Introducción
Navidades de 2016. Un momento perfecto para recapitular, resumir y publicar listas con los principales acontecimientos ocurridos durante el año. Google Trends publica cuáles han sido las búsquedas más frecuentes, ordenadas por categorías como «Noticias», «Personas», «Tec- nología», «Películas», «Música», «Deportes» o «Fallecimientos». Pocos días antes, la empresa sueca Spotify, que da acceso en línea a millones de canciones, lanza una campaña publicitaria basada en los datos producidos por los usuarios. Así, algunos de los gigantescos carteles que invaden las calles de Londres contienen mensajes como: «Querida persona que se puso Sorry 42 veces en San Valentín..., ¿qué has hecho?»; o bien: «Queridas 3749 personas que se pusieron It’s the End of the World As We Know It el día de la votación por el Brexit..., seguid así».
se caracterizan por un objeto de estudio con- creto sino por un método que persigue compren- der casos particulares, singulares, incluso únicos, a través del comentario de texto, la respuesta será, sin duda, negativa: «nada, o muy poco». Ahora bien, como ha defendido recientemente el profesor Rens Bod (2013), desde la Antigüedad, los humanistas también han buscado principios generales, leyes y patrones para explicar nuestra cultura, y han cambiado en numerosas ocasiones (para bien o para mal) nuestra forma de percibir el mundo.
Las disciplinas humanísticas, como la filosofía, la filología o la historia, no solo se caracterizan por un objeto de estudio concreto sino por un método que persigue comprender principios generales, leyes y patrones para explicar nuestra cultura.
Debemos empezar por rechazar ciertos clichés en torno a las humanidades e interrogarnos sobre los objetos clásicos de las letras humanas teniendo en cuenta los métodos disponibles actualmente. Este requisito tampoco es ajeno al trabajo de los humanistas, pues siempre han es- tado en contacto con otras disciplinas limítrofes como la antropología, el marxismo o los estudios de género. Así, los humanistas han establecido en los últimos años un diálogo fructífero con la informática y las ciencias sociales —lo que se ha llamado «giro computacional» (Berry, 2011)—.
En este contexto académico, la expresión «Big Data» se ha infiltrado de manera directa en los debates sobre la «escala» —¿cómo estudiar todas las novelas de los siglos xviii y xix escritas en Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, España o Japón?—; o bien, más a menudo, de manera oblicua mediante conceptos más familia- res para los humanistas, como «lectura distante» (Moretti, 2007) o «macroanálisis» (Jockers, 2013).
Estos cambios han sido posibles gracias a que los métodos estadísticos e informáticos, y otros métodos de las ciencias sociales, se han transfor- mado y han sabido adaptar sus modelos concep- tuales a la complejidad de los textos (English y
   Campaña publicitaria de Spotify 2016 © Adweek] (Nudd, 2016).
La campaña de Spotify sorprende y resulta eficaz porque juega con la complicidad del receptor. Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con
las disciplinas humanísticas dedicadas al estudio de documentos, textos e imágenes del pasado? O, mejor dicho, ¿en qué medida la gestión de grandes datos amasados por las empresas puede ayudarnos a comprender mejor los límites de nuestro pensamiento, la lengua, los aconteci- mientos históricos, en fin, todas las expresiones de nuestra mente humana?
Si admitimos que las disciplinas humanísticas, como la filosofía, la filología o la historia, no solo
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Cultura inteligente: Análisis de tendencias digitales





















































































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