Page 30 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 7. En nombre de la Paz. La Guerra
de Sucesión Española y los Tratados de Madrid, Utrech, Rastatt y Baden (1713-1715). [Catálogo de exposición]. Madrid: Fundación Carlos de Amberes, 2013.
los Tratados de Utrech7. Sin embargo, la plena significación de esta mutación en el terreno de las relaciones internacionales pasó inadvertida hasta, al menos, la década de 1740 e incluso entonces, la inercia conceptual respecto a la naturaleza de las rela- ciones internacionales que se desarrollaban en esos momentos fueron suficientes para mantener encauzados los discursos de los observadores y de los agentes políticos dentro de los viejos canales de la rivalidad Habsburgo-Borbón. Esos análisis, cada vez más complejos y numerosos durante el siglo XViii, seguían partiendo de una concep- ción barroca del poder político y bajo ese influjo defendían que las potencias europeas se hallaban en una especie de estado de naturaleza en el que cada una de ellas estaba empeñada en mantener una lucha incesante por aumentar su influencia a expensas de sus vecinas. También el peso adquirido por los llamados “equilibrios inferiores” —los de los pequeños estados— jugaron un papel cada vez más importante en la búsqueda de un equilibrio general de todo el continente.
Sobre estas coordenadas, las relaciones internacionales de la primera mitad del siglo XViii estuvieron directamente influidas por el desarrollo de tres conflictos bélicos principales: la Guerra de Sucesión Española (1700-1714), la Guerra de Suce- sión Polaca (1733-1738) y la Guerra de Sucesión Austriaca (1740-1748). Las tres confrontaciones, con límites muy precisos en el espacio y en el tiempo, provocaron enfrentamientos en los que los asuntos religiosos o incluso “nacionales” del siglo anterior quedaron relegados a un segundo plano mientras los choques de naturaleza dinástica o de redistribución territorial se convirtieron en los auténticos protagonistas. España participó directa o indirectamente en las tres guerras, aunque entró en ellas desde una posición mucho menos hegemónica que la que había sostenido en los dos siglos anteriores.
Durante el reinado de Felipe V, iniciado en 1700, la prioridad a partir de 1702 fue el conflicto sucesorio frente al pretendiente austracista, el archiduque Carlos de Austria. Al convertirse éste en emperador tras la muerte de su hermano José I, en 1711, el juego de alianzas entre los contendientes de aquel primer conflicto de natu- raleza global se desestabilizó. La Guerra de Sucesión Española había enfrentado como principales adversarios, por un lado a los Borbones de Francia y España, y por otro a Austria, Holanda y Gran Bretaña; pero desde 1711 ésta última y Francia, acuciadas ambas por los altos costes de la guerra y preocupadas porque Carlos VI podía recons- truir los dominios territoriales del emperador Carlos V si finalmente se hacía con la Corona española, aceleraron unas conversaciones de paz bilaterales que situaron a las Provincias Unidas8 y a Felipe V en una posición marginal en la que muchos asun- tos quedaron decididos antes de que los diplomáticos holandeses o españoles se sentaran en la mesa de negociación. Las consecuencias de los tratados de Utrech-Ras- tadt (1713-1714) que pusieron fin al conflicto, acabaron con la presencia hispana en los Países Bajos del Sur y en el reino de Nápoles y con las pérdidas territoriales de
8. CRESPO SOlANA, Ana; Wim KlOSTER. “La República Holandesa y su posición en el contexto colonial americano después de 1713”. Anuario de Estudios Americanos (Sevilla). 72/1 (2015), pp. 125-148.
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