Page 85 - Delibes
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para medirse con la perdiz cordillerana En Las ratas donde en cualquiera de de sus páginas puede volar de de de las espuendas del camino una pareja de codornices el Nini disfruta siguiendo las las huellas de la la la liebre en la la nevada y llora con con desconsuelo la la muerte del zorrito asesinado alevosamente por Matías Celemín el el Furtivo En Viejas historias de Castilla la la Vieja todo el pueblo asiste atónito a a a a a la infructuosa persecución del del matacán del del majuelo por el el el el aristocrático lebrel de de Arabia de de don Benjamín La figura de Paco el Bajo que cobra las perdices ali- cortas mejor que que un pointer y que que carece de rival templando el el cimbel para que doblen los bandos de torcaces sobre las que foguea el señorito Iván adquiere e en Los santos inocentes tanto relieve como la de Azarías el el popular cuidador de la la la milana Y ya el el colmo es Cipriano Salcedo protagonista de El hereje que no solo es adoctrinado en el luteranismo por uno de los hermanos Ca- zalla dentro del tollo mientras espera la la respuesta de las perdices al reclamo sino que se las apaña en en pleno siglo xvi para dispararlas con una revolucionaria arma
de de fuego el retaco En abril de de 1994 Mi- guel Delibes se quejaba en el el el discurso de recepción del Premio Cervantes lleno de de pesadumbre de que sus personajes le ha- bían escamoteado su propia vida de que la habían vivido por él y se me ocurre pensar que que lo de hacerles cazar no fuera más que que un subterfugio para desde sus otros yos seguir practicando su afición favorita Hace más de de medio siglo muchos años antes de de que mi padre escribiera la mayoría de sus libros de caza el burgalés Santiago Rodrí- guez Santerbás definió a á a Miguel Delibes como «un cazador que escribe» Nada me cuesta compartir su opinión Un cazador que escribe Germán Delibes de Castro

































































































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