Page 103 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Hacia 1930, con el fin de la dictadura de Primo de Rivera y las repercusiones en España de la crisis económica mundial, las cuestiones estéticas pasan a un segundo plano y las van- guardias se convierten en correas de transmisión de diferentes opciones políticas. Para Azaña, ese año va a ser muy intenso tanto en lo literario como en lo político. Pronuncia dos de sus discursos más destacados: Cervantes y la invención del Quijote (que comienza advirtiendo que alguien podría repro- charle “la elección de un tema distante de las preocupaciones actuales de nuestra literatura”) y Tres generaciones del Ateneo, publica varias traducciones (libros de G. K. Chesterton, Jean Martet, Bertrand Russell y Blaise Cendrars) y aparece su úni- ca obra de teatro La corona. En febrero es elegido portavoz nacional de Acción Republicana; en junio, se convierte en presidente del Ateneo de Madrid; representa a su partido en las conversaciones del llamado Pacto de San Sebastián y for- ma parte del Gobierno Provisional de la República. A final de año es perseguido por conspiración y pasa su encierro re- dactando la que será su inacabada novela Fresdeval. Tras la proclamación de la República, en abril de 1931, y su llegada a la jefatura del Gobierno, la actividad literaria de Azaña se va a ir diluyendo en la acción política.
Desde la llegada de la República, la dedicación de Azaña a la escritura se con- centra en la redacción de escritos políticos, de discursos (muchos magníficos) y de textos de orden administrativo; sin dejar de anotar en su diario tanto sus reflexiones como sus opiniones sobre la actualidad y sus protagonistas.
Cuando Azaña se encuentra al frente del Gobierno, vivirá un episodio in- cómodo debido a la insistencia que ponía en impulsar su figura como cau- dillo el consumado vanguardista Ernesto Giménez Caballero. Giménez Caballero, GeCé, director de La Gaceta Literaria, fue el promotor de em- presas culturales afortunadas (como la creación del primer Cine Club) y desgraciadas (como su importación del fascismo italiano). El “tarambana”49 de Giménez Caballero, como lo llamaba el propio Azaña, y al que Juan Ramón Jiménez se refiere en Españoles de tres mundos como “escurridizo, tirante, ubicuo este madrileño futurero, fotografiado siempre desde sitio atrevido”50, había ido publicando en diferentes revistas artículos sobre Aza- ña. En 1932, los reúne para componer una biografía, Manuel Azaña (pro- fecías españolas), repleta de análisis absurdos; una caricatura expresionista que allana el camino a la malinterpretación que se hará de la figura de Azaña, por más que estudiosos contemporáneos, como Jean Bécarud, en- cuentren en ella elementos de valor.
En una sola ocasión se referirá Azaña a estos comentarios; al verlos en la prensa dijo que se trataba de un “artículo estúpido”. Escribe esta observación
Blaise Cendrars
Antología Negra
Traducida del francés
por Manuel Azaña
Madrid, Editorial Cenit, 1930 Colección particular
 102 jesús cañete ochoa
49 Azaña, Manuel, OC, vol. 2, p. 1039.
50 Jiménez, Juan Ramón, Españoles de tres mundos, Buenos Aires, Losada,
1942, p. 126.






















































































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