Page 219 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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imprenta G. de Malherbe et Cie parisina. Su objetivo proclamado fue di- fundir un llamamiento a la conciencia universal (nada menos) y especial- mente a la Sociedad de Naciones. También a las universidades y a los par- lamentos del mundo entero. Una ambición que no podría caracterizarse de moderada. Para ello, los redactores se propusieron denunciar los atentados perpetrados por el régimen republicano que mostraba, en su opinión, un desconocimiento pleno de las prerrogativas (no derechos) más elementales del hombre y del ciudadano. Negaban que su objetivo tuviera carácter político. ¡Faltaría más! Era, supuestamente, un servicio que prestaban a una comunidad internacional desgarrada por la crisis económica y social de los años treinta, el ascenso de los fascismos, la consolidación del sistema comu- nista en la Unión Soviética y las agresiones contra el principio de seguridad colectiva.
Tales amantes de la verdad redactaron su opúsculo para desenmascarar a los gobernantes de la República y sus decisiones que se presentaban ante el mundo civilizado como un nuevo hito en la historia de España. No era así. Encubrían, antes al contrario, un comportamiento completamente opues- to a los fines que afirmaban pretender alcanzar. Para demostrarlo, el grupo expuso su argumentación en doce apartados, de desigual extensión, con títulos que no dejaban títere con cabeza. En la práctica, España se acercaba peligrosamente a convertirse en un émulo aplicado de la Unión Soviética.
Para dichos “amigos”:
1.o España no tenía Constitución.
2.o La suplantaba la Ley de Defensa de la República (LDR).
3.o El Poder Judicial estaba siendo aniquilado.
4.o Había deportaciones “ilegales”.
5.o No existía la libertad prensa.
6.o Tampoco se respetaban las libertades individuales.
7.o Faltaba el debido respeto a la propiedad privada.
8.o La inamovilidad de los funcionarios públicos había desaparecido; la
libertad de propaganda, también.
9.o La libertad de conciencia estaba sometida a ataques constantes.
10.o La venganza y el rencor dominaban la política.
11.o Aparecían claramente preocupantes rasgos típicos del sistema soviético.
Las conclusiones acentuaban tan preocupante deriva con un clarinazo a la conciencia de la Europa occidental y cristiana.
Los redactores no se anduvieron con chiquitas y como supondrían que sus eventuales lectores no acudirían al texto de la Ley (publicado en la Gaceta del 22 de octubre de 1931), no tuvieron el menor reparo en distorsionarla. ¿Cómo? Convirtiendo al ministro de la Gobernación (a la sazón Santiago Casares Quiroga) en el dictador en la práctica de España merced a atribu-
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