Page 270 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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 Agustí Centelles
Manuel Azaña y Lluís Companys en el balneario de Sant Hilari Fotografía, Sant Hilari de Sacalm, 14 de agosto de 1934
Ministerio de Cultura y Deporte. Centro Documental de la Memoria Histórica. CENTELLES_ FOTO_1507
Guerra Civil para sobrepasar los límites constitucionales y legales en virtud de los cuales estaban gobernando, para desconocer abiertamente las funcio- nes y competencias del Estado y para operar como un estado independien- te. Ese espectacular cambio de opinión de Azaña con respecto a la autono- mía catalana, en sentido crítico y de censura, es fácil rastrearlo –como ya se ha dicho– en sus diarios. A lo que hay que añadir que esta recuperación de los poderes del Estado en Cataluña llevada a cabo por el Gobierno de Ne- grín provocó la aparición de un sentimiento catalán de persecución y de atropello de su autonomía, que le manifestó a Azaña uno de sus mejores amigos catalanes, Carles Pi-Sunyer, alcalde de Barcelona, primero, y con- seller de la Generalitat, después. Lo que contribuyó a hacer que la fractura fuese ya insalvable. No extraña, por tanto, que Azaña dijese, como conclu- sión final, estas palabras desencantadas y tremendas: “Pero si llegase el caso, después de cuanto ha ocurrido en Barcelona, la institución [de la Generalitat] sería difícilmente salvable”.
Pese a su puntual coincidencia en esta cuestión, Azaña y Negrín no afron- taron el tramo final de la guerra con idéntica actitud. Mientras Negrín era firme defensor de una resistencia a ultranza, que permitiese incluir la contienda española en la guerra general europea que ya se avizoraba, Azaña
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