Page 65 - El retrato español en el Museo del Prado
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                intentó satisfacer el gusto de la alta sociedad valenciana de la época, incorporando en sus retratos las nuevas modas estilísticas aprendidas de los más afamados maestros cortesanos. Gracias a ello y a sus excepcio- nales dotes técnicas logró erigirse en el pintor de mayor renombre en el panorama artístico valenciano de su tiempo.
En efecto, como ocurre con otras interesantes efigies pintadas por el artista en estos mismos años, como la de El grabador Pedro Pascual Moles (Barcelona, MNAC), López intenta conjugar en este lienzo modelos y lenguajes retratís- ticos diversos, lo que explica las dudas iniciales sobre su enigmática autoría, ingresando en el Museo como obra dudosa de Mariano Salvador Maella, Francisco de Goya o Luis Paret, debido a su singular eclecticismo estilís- tico, que resultaba entonces desconcertante, dada su espléndida calidad.
Así, en él se advierte un acercamiento al refinamiento elegante y jugoso del mundo de Paret, tanto en su composición, de marcada intención de- corativa, resuelta con gran amplitud espacial y una elegante inclinación de la pose algo afectada de la modelo, de una sutil languidez rococó, como en el refinamiento de su técnica y colorido, mientras que en los brillos ru- tilantes del raso y los crujientes pliegues de las telas parece advertirse un recuerdo goyesco. Sin embargo, el modelado rotundo de las carnaciones y el torneado definido de brazos y manos son ya enteramente propios del estilo de Vicente López, que emplea como cierre del fondo del retrato un cortinaje de encendidos reflejos, procedentes a su vez de la paleta de Maella.
Al comentar el retrato con motivo de su ingreso en el Prado, Xavier de Salas afirma con todo acierto que, «si no tratamos de los retratos de Goya, es éste, sin duda, uno de los más hermosos retratos setecentistas que hoy atesora nuestro Museo».
JOSÉ LUIS DÍEZ
BIBLIOGRAFÍA: Salas 1976, p. 360, n.o 132; Salas 1978, pp. 30-33; Valencia 1997, p. 56; Díez 1999, vol. i, p. 246, vol. ii, p. 133 (P-539), lám. 15; J. L. Díez en Itinerante 2006-7, p. 182, n.o 62
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