Page 71 - El retrato español en el Museo del Prado
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Ambos retratos forman una pareja equiparable a la constituida por los de Segismundo Moret y Concepción Remisa, también propiedad del Museo (P-4466 y P-4473), pintados por Madrazo poco antes. Obedecen a un tipo de retrato que el artista frecuentó durante esta década, la de mayor calidad en su prolongada dedicación al género. En él el artista presenta las figuras en pie, en un interior con muy pocos detalles, de manera que son los propios personajes el único foco de atención. Aparecen a tamaño natural y de tres cuartos, hasta las rodillas, lo que da una sensación más inmediata que si se retrataran de cuerpo entero, como ocurre en otras obras del artista de mayor aparato.
Al poco de haber empezado este retrato, el 12 de febrero de 1856 el artista dio por terminado, según señaló en su diario, el de Segismundo Moret. La composición del retrato de Girona es similar a la utilizada en el de Moret, repitiéndose la disposición de un brazo doblado con la mano apoyada en la cintura, y el otro recto, sólo que aquí se cambia el derecho por el izquierdo. En ambos casos el artista pinta una sola de las manos. La postura con la mano apoyada en la cadera, que muestra una búsqueda de naturalidad ya presente en Goya, está interpretada aquí con mayor elocuencia que en el retrato de Moret, pues al retirar el gabán deja al descubierto el rico cha- leco gris, cuyos brillos animan la composición. El cromatismo es severo, como corresponde al ideal del retrato masculino del artista, entonado en pardos y ocres, con una nota de color en la corbata azul y blanca.
El personaje, retratado poco antes de cumplir los treinta años, cuando había iniciado ya su carrera de financiero de éxito amparada por la de su hermano Manuel, se muestra con un carácter equilibrado y afable. El artista dejó visible el área más luminosa del encaje de la cabeza, de modo que ésta resalta del fondo, nimbada por una especie de aura. Su cuidadoso modelado está tratado con delicada precisión, como el de las manos. Esa finura se muestra en la representación de las venas de la diestra y en la suavidad de las transiciones entre la luz y la sombra de la mano izquierda, en cuyo dedo anular la alianza matrimonial brilla de modo apagado, pues
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