Page 113 - El rostro de las letras
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    96 RETRATOS PARA TODOS
los días en que escribía con éxito en El Cascabel, periódico festivo que llegó a alcanzar una notable difusión. En el retrato que le hizo Juliá, en los años setenta, aparece tal como le describen sus con- temporáneos, con cara de lechuza, intimidado ante el juicio severo de la cámara. Por el contrario, José Zorrilla (Valladolid, 1817-Ma- drid, 1893) siempre miró hacia la eternidad con decisión, como alzado sobre su propia insignificancia física, incluso en los días en que fue mayor su desvalimiento. Así le encontramos en la foto- grafía tomada por Garzón, cuando fue coronado en el Patio de los Leones de la Alhambra, en julio de 1889. Pese a que no fue aquel
el mejor día de su vida, asediado por las deudas y los males de su espalda, el brío del poeta le permitió mantenerse firme agarrado
al salvavidas de su bastón, casi sonriente, en un escenario que, además, le empequeñecía, les empequeñecía a todos. De la fotogra- fía de Garzón se vendieron cientos de copias, a pesar de lo elevado de su precio, un duro de la época. Era entonces Zorrilla un hombre enormemente popular, tras el gran éxito de sus obras, desde El puñal del godo (1843) hasta su célebre Don Juan Tenorio (1844), del que tan magros réditos obtuvo. Su figura se hizo familiar para los lectores de los primeros semanarios ilustrados, que publicaron decenas de grabados de su rostro, la mayoría realizados a partir de fotografías de Hebert y Moliné y Albareda. Pero sus años de mayor gloria fueron los que precedieron a la Revolución de 1868, cuando, protegido por el emperador Maximiliano, visitó México en olor de multitudes. De entonces son sus mejores retratos fotográficos. Uno es de 1860 y se debe a la mano de los fotógrafos mexicanos, Cruces y Campo. El otro es algo posterior y lo tomaron Moliné y Albareda. Se conocen otros de sus días últimos, cuando el poeta vivía ya de las rentas de su propia leyenda. Pero no tienen la calidad de los primeros. De entonces son las numerosas estampas publicadas en la prensa gráfica, sobre todo en los números especiales que
le dedicó La Ilustración Española y Americana en el año de su muerte, en 1893.
De Ramón de Campoamor (Navia, 1917-Madrid, 1901) se conocen numerosos retratos, tanto fotográficos como pictóricos. De estos, quizás el mejor sea el que le hizo Federico Madrazo en 1847, que nos muestra al poeta con gesto serio y estirado, que se correspon- de poco con las descripciones literarias de su persona. Más propio le encontró Esquivel en su célebre lienzo, Una lectura de Zorrilla
Rafael GARZÓN. Retrato oficial de la coro- nación de José Zorrilla (1817-Madrid, 1893) en el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. El poeta aparece en el centro de la fotografía, apoyado en su bastón. Junto a él, a su derecha, el hijo del duque de Rivas. De pie a la derecha, con bastón y chistera, don Abelardo Martínez Contreras. Julio de 1889 (Colección Isabel Cagigas)
 José Zorrilla Zorrilla tenía un gran lobanillo o protuberancia a un lado de la cabeza. Su in- dumentaria era modesta, pero los ojos le relampagueaban en espíritu genial. Cuando le cono- cí me sentí conmovido. Era don José Zorrilla.
RUBÉN DARÍO


























































































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