Retrato del gitano Chorrojumo, siglo XIX
José García Ayola, (1836 – 1900)
Cedida por Museo Casa de los Tiros, Granada

Group of gipseys. Andalusian
Grupo de gitanos. Andalucía
En algún lugar de Andalucía, 1862 c.a.
Robert P. Napper tomó esta foto para la serie sobre España de la colección Frith.

Una fugaz edad de oro

En las primeras décadas del siglo XX, con la industrialización del país, muchos españoles emigran del campo a la ciudad en busca de un El Dorado que les aparte de lo que consideran una España agónica, con demasiadas penurias y dificultades. Los gitanos alcanzan entonces, en la década de los años 20, una situación agraciada de gloria laboral; siempre han tratado con animales, pero se establecen como tratantes de ganados, lo que les confiere una posición económica y comercial de la que muchos payos carecen. Las ferias de ganado, los caballos criados y vendidos por gitanos, todo lo que envuelve ese mundo de chalaneo que la fotografía tomaría como una referencia inevitable, y que forja una unión gitana con todo lo referente a las bestias que ha acabado por convertirse en simbólica, transmitida –hasta hoy mismo- de padres a hijos.

Viaje a la ciudad

Los gitanos deben migrar a la ciudad con el paso de los años, puesto que es allí donde se mueve el dinero y las nuevas posibilidades de sobrevivir, con la llegada de la pobreza al campo español. Los arrabales de la ciudad se convierten en los barrios de los gitanos. Se potenciarán espacios como La Chanca, en Almería, un laberinto de cuevas sobre la ladera de una colina, consolidado como una herida social en toda regla. O en diferentes puntos de Madrid y Barcelona. Llegaron familias que no dejaron perder su esencia de vida auténtica y sin doblegar en medio del nuevo desencanto que iba tomando forma en las urbes. Se perpetuaba esa esencia a través de bodas y celebraciones que contrarrestaban el abismo del nuevo espacio con una calidez explosiva que cimentaba el sentimiento de pertenencia a un mundo mejor.

Journey to the city

The Romani were forced to migrate to the cities over the years, as it was there that money was to be found, along with new means of survival as poverty overtook the Spanish countryside. The outskirts of the city would become Romani neighbourhoods. Districts such as La Chanca, in Almeria were expanded, a labyrinth of caves on the side of a hill, and a fully fledged social wound. Different parts of Madrid and Barcelona too. Families arrived but refused to lose the true essence of their lives by giving in under the pressures of the new disenchantment which was taking hold in the cities. That essence was perpetuated through weddings and celebrations which alleviated the horrors of their new environs with an explosive warmth cementing a sense of belonging to a better world.

A fleeting golden age

In the early decades of the 20th century, as the nation industrialised, many Spaniards left the countryside for the city in quest of an El Dorado which would release them from what they saw as a Spain in its death throes, awash with poverty and problems. It was then, in the 1920s, that the Romani found themselves in a fortunate position of abundant employment: they had always worked with animals, but now established themselves as livestock dealers, giving them an economic and commercial position which many gadjo lacked. Livestock shows, horses raised and sold by Romani, every aspect of the vivid world of stockmen which photography established as a classic image, forging the ties between the Romani and the whole business of animals and livestock, which has now become a symbol handed down even to this day from fathers to sons.

Una fugaz edad de oro

En las primeras décadas del siglo XX, con la industrialización del país, muchos españoles emigran del campo a la ciudad en busca de un El Dorado que les aparte de lo que consideran una España agónica, con demasiadas penurias y dificultades. Los gitanos alcanzan entonces, en la década de los años 20, una situación agraciada de gloria laboral; siempre han tratado con animales, pero se establecen como tratantes de ganados, lo que les confiere una posición económica y comercial de la que muchos payos carecen. Las ferias de ganado, los caballos criados y vendidos por gitanos, todo lo que envuelve ese mundo de chalaneo que la fotografía tomaría como una referencia inevitable, y que forja una unión gitana con todo lo referente a las bestias que ha acabado por convertirse en simbólica, transmitida –hasta hoy mismo- de padres a hijos.

Viaje a la ciudad

Los gitanos deben migrar a la ciudad con el paso de los años, puesto que es allí donde se mueve el dinero y las nuevas posibilidades de sobrevivir, con la llegada de la pobreza al campo español. Los arrabales de la ciudad se convierten en los barrios de los gitanos. Se potenciarán espacios como La Chanca, en Almería, un laberinto de cuevas sobre la ladera de una colina, consolidado como una herida social en toda regla. O en diferentes puntos de Madrid y Barcelona. Llegaron familias que no dejaron perder su esencia de vida auténtica y sin doblegar en medio del nuevo desencanto que iba tomando forma en las urbes. Se perpetuaba esa esencia a través de bodas y celebraciones que contrarrestaban el abismo del nuevo espacio con una calidez explosiva que cimentaba el sentimiento de pertenencia a un mundo mejor.

Journey to the city

The Romani were forced to migrate to the cities over the years, as it was there that money was to be found, along with new means of survival as poverty overtook the Spanish countryside. The outskirts of the city would become Romani neighbourhoods. Districts such as La Chanca, in Almeria were expanded, a labyrinth of caves on the side of a hill, and a fully fledged social wound. Different parts of Madrid and Barcelona too. Families arrived but refused to lose the true essence of their lives by giving in under the pressures of the new disenchantment which was taking hold in the cities. That essence was perpetuated through weddings and celebrations which alleviated the horrors of their new environs with an explosive warmth cementing a sense of belonging to a better world.

A fleeting golden age

In the early decades of the 20th century, as the nation industrialised, many Spaniards left the countryside for the city in quest of an El Dorado which would release them from what they saw as a Spain in its death throes, awash with poverty and problems. It was then, in the 1920s, that the Romani found themselves in a fortunate position of abundant employment: they had always worked with animals, but now established themselves as livestock dealers, giving them an economic and commercial position which many gadjo lacked. Livestock shows, horses raised and sold by Romani, every aspect of the vivid world of stockmen which photography established as a classic image, forging the ties between the Romani and the whole business of animals and livestock, which has now become a symbol handed down even to this day from fathers to sons.







accion cultural española
www.vidasgitanas.es