Page 108 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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de cachemira fina sería suficiente para cubrir el costo de vestir a todas las mujeres de Agaña durante diez años» (Freycinet, 2003[1819]: 306.) En 1835 había alrededor de «dos o tres telares» en Guam, unos de tipo europeo y otros de tipo chino (Dumont d’Urville, 1879: 478).
Las autoridades coloniales en las Marianas enviaron en 1849 a la Real Sociedad Económica de Amigos del País muestras de diferentes materias primas cultivadas localmente, 15 libras de abacá crudo, 16 libras de tela de piña cruda, otras 16 libras de algodón crudo y 10 libras de hibisco o balibago crudo, con la intención de estudiar su uso en la fabricación de textiles y cuerdas (Diaz Arenas, 1850: 31).
En la década de 1850 la situación era ya diferente, las mujeres chamorras no necesariamente compraban ropa que no fuera de su gusto, ni aunque estuviera a un precio reducido, como en 1853 trataba de hacer com- prender desde Agaña el agustino Padre Vicente Acosta al Administrador de la Obra Pía de Agaña en Manila3. Los hombres no compraban sombreros importados mal hechos si podían encontrar unos fabricados local- mente. De hecho, el colono español Francisco Tudela, patriarca de la familia chamorra del mismo apellido,
3 NAP. Varias Provincias. Marianas, 1791-1889. B-4. SDS- 4334. Carta del Rec- tor del Colegio de San Juan de Letrán de Agaña al Administrador de dicho colegio en Manila. Agaña, 2 de enero de 1853.
ganaba un ingreso extra en 1852 vendiendo sombre- ros a un peso cada uno4. Con todo, para cuando las telas llegaban a Guam los precios de Manila se habían duplicado, al menos a principios de la década de 1870 (Álvarez, 1872: 224; Ibañez, 1886:121). Los chamorros del siglo xix, con mayor acceso a bienes de consumo importados a través del comercio a pequeña escala con los balleneros, y posteriormente a través de los pro- ductos importados vía Manila, parecen haber prestado poca o ninguna atención a la ostentación, favoreciendo, como en otros aspectos de la vida cotidiana, aspectos prácticos y sin pretensiones, en línea con esa sobriedad que el gobernador Francisco Olive reconocía condes- cendientemente en los chamorros: «el chamorro, indu- dablemente, es sobrio» (Olivé, 1887: 38). La vestimenta normal de los hombres chamorros en los pueblos era, además de la ropa interior, un pantalón o pantalón cor- to para las faenas del campo, una camisa y sombrero (Corte, 1876; Álvarez, 1872: 78; Ibañez, 1886: 121).
La disparidad en la vestimenta notada a mediados del siglo xix revela una desproporción inicial de opor- tunidades económicas en favor de los residentes de Agaña, en comparación con los habitantes de los pue- blos o de las demás islas. La académica Stéphanie Coo ha señalado cómo la importación de ropa asequible
4 Ibid.
2 HUGUA. EL PERIODO COLONIAL
 Figura 49: La casa parroquial de Merizo, construida en 1856, el mismo año de la epidemia de viruela que asoló el archipiélago. Fotografía: Carlos Madrid.
  
























































































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