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2 HUGUA. EL PERIODO COLONIAL
Las tensiones resultantes de la masiva presencia mi- litar estadounidense en Guam estallan ocasionalmente, cuando alguna potencia nuclear pone a la isla en el punto de mira para sacar pecho ante el poder americano. Por ejemplo, un titular de prensa del 11 de marzo de 2021 decía: «Comandante en el Indo-Pacífico afirma ante el Congreso: “Hoy en día, Guam es un objetivo”». El artículo expresaba las aspiraciones militares estadounidenses de ampliar la capacidad de defensa contra misiles de la isla debido al «aumento de las amenazas» en la región, en este caso concreto, de China (Kaur, 2021a: 1). Estas declara- ciones respondían, en parte, a un vídeo de propaganda publicado por el Ejército del Aire chino en 2020 donde se simulaba un ataque con bombarderos sobre la base de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Guam. Sin embargo, que Guam fuera el objetivo pretendido de un ataque no sorprendió a sus habitantes. Solo unos años antes, des- de Corea del Norte llegaba una provocación similar al amenazar con «fuego envolvente a las zonas que rodean Guam» con misiles que tardarían 14 minutos en llegar a la isla (Domonoske, 2017: 1; Raymundo, 2017: 1). Sin embargo, las amenazas a Guam de 2021 y 2017 por parte de China y Corea del Norte no son más que las últimas de una larga serie que comenzó en la Guerra Fría. De hecho, el académico australiano Gary Smith comparó nuestra
128 región del noroeste del Pacífico con el «telón de acero» de la URSS, arguyendo que «para Estados Unidos, el control de las islas de Micronesia era el equivalente estratégico al control de la Unión Soviética sobre Europa del Este» (Smith, 1991: 3). Guam parecía albergar una tremenda importancia, pues Estados Unidos se apropió de grandes extensiones de terreno agrícola de la isla para construir sus bases militares, pistas de aterrizaje y puertos. Para Guam, la Guerra Fría no ha tenido nada de fría y sigue suponiendo una amenaza tan tangible como siempre. Sin embargo, para comprender cómo Guam ha llegado a esta precaria situación, primero es necesario repasar la historia de la isla bajo el dominio estadounidense.
1. La «espléndida guerrita»
En 1898, el Secretario de Estado estadounidense, John Hay, hizo alusión a la guerra hispano-estadounidense como una «espléndida guerrita», reflejando los enor- mes beneficios que granjeó para Estados Unidos con solo unas cuantas bajas. En esta línea, los libros de histo- ria de Guam presentan esta contienda y la consecuente transferencia del dominio colonial de España a Estados Unidos como un evento festivo, hasta cómico, debido a la incapacidad de los españoles de competir con las
fuerzas militares estadounidenses en la isla (Rogers, 2011: 112; Carano y Sánchez, 1964: 219). Sin embargo, otras fuentes proponen una visión más realista de este dramático acontecimiento. Puesto que el pueblo cha- morro llevaba más de dos siglos bajo el dominio espa- ñol, un cambio de la noche a la mañana habría resultado tremendamente perturbador. Una memoria escrita por los sacerdotes católicos Ildefonso Cabanillas y Crisógo- no Ortín, que vivieron en las Marianas durante décadas, manifiesta que «Toda la población estaba muy alarmada y su preocupación era más que evidente... Familias en- teras, poseídas por el miedo y la angustia, abandonaron sus hogares y huyeron a la selva. Muchas familias devo- tas acudieron en masa a la iglesia, suplicando a Dios, fervorosamente y entre lágrimas, que pusiera fin a esta calamidad» (Driver, 2000: 48).
Para los chamorros, el cambio no solo significaba que pasarían a estar bajo el mando estadounidense, sino que el archipiélago quedaría dividido en dos. En su afán por convertirse en potencia mundial, Estados Unidos optó por reclamar solo Guam, dejando al mar- gen el resto de las islas Marianas y abriendo la puerta a que España las vendiera a Alemania, quien en menos de dos décadas las entregaría a Japón como parte del botín obtenido tras la Primera Guerra Mundial. La división de las islas Marianas en dos entidades políticas distintas ge- neró tensiones que alcanzaron su punto álgido durante la Segunda Guerra Mundial. Guam y las Islas Marianas del Norte se encontraron enfrentadas en una contien- da que les era ajena, donde los chamorros de Guam mantuvieron su incondicional lealtad a Estados Unidos, mientras que los chamorros de las Islas Marianas del Norte se inclinaron, como es de comprender, por per- manecer del lado de Japón, su dominador colonial. Los costes directos e indirectos de esta desunión de lealta- des siguen dividiendo a los chamorros más de setenta años después.
Tras vencer a España en 1898, Estados Unidos envió a la Marina para que gobernara en la isla, puesto que el verdadero valor de Guam para los estadounidenses era el puerto de Apra, uno de los mejores puertos na- turales de la región, lo suficientemente ancho y pro- fundo como para albergar los navíos americanos que arribaban a sus orillas. Sin embargo, los oficiales de la Marina estadounidense no contaban con la formación necesaria para dirigir una nueva colonia, de modo que establecieron un régimen dictatorial donde el coman- dante militar ostentaba el poder absoluto. Los chamo- rros no tardaron en rebelarse ante esta forma extrema de gobierno, por lo que en 1901 redactaron una pe- tición al Congreso de Estados Unidos argumentando



























































































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