Page 50 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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1 HÅCHA. DESDE EL POBLAMIENTO DE LAS ISLAS HASTA LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS
óseos humanos, para buscar deliberadamente patrones regulares en la temporalidad y espacialidad de estos res- tos estáticos.
2. Retos adaptativos en las Marianas
Desde la llegada del ser humano a las Marianas, hace unos 3500-3300 años (Carson, 2014; cf. Rieth y Athens, 2019), el registro arqueológico ha ido volviéndose más complejo e interesante para la antropología, puesto que un sistema cultural adaptativo sustituyó a otro y evolucionó del anterior. Es posible rastrear la trayecto- ria evolutiva de un sistema cultural a través del registro material de las respuestas de sus componentes huma- nos a los retos medioambientales, ya fueran nuevos o existentes. En las Marianas, algunos de los retos geo- gráficos son la gran distancia hasta las grandes masas terrestres más cercanas; el reducido tamaño de las is- las; el descenso de las temperaturas, el menor índice de precipitaciones y la menor diversidad de hábitats hacia el norte; la escasez de plantas autóctonas comes- tibles; los terremotos y las tormentas tropicales, y un clima monzónico con una larga estación seca. Los ci-
50 clos meteorológicos que se repiten cada 3-7 años traen consigo estaciones secas más largas (fenómenos de El Niño), que se alternan con condiciones más húmedas durante los fenómenos de La Niña, al tiempo que se producen tendencias decenales en los patrones de las tormentas (la Oscilación del Pacífico) y ciclos climáti- cos a escala centenaria y milenaria que afectan al nivel del mar y a la producción de biomasa vegetal.
Las características geológicas de la isla, con una larga historia a sus espaldas, han dado pie a otros obstáculos para una ocupación humana exitosa. La capacidad agrí- cola se ve limitada por suelos arcillosos volcánicos con escasos nutrientes en las tierras altas y escarpadas, y por suelos excesivamente drenados de las antiguas mesetas y terrazas de caliza. Los volcanes activos de la parte más jo- ven y septentrional del arco de las Marianas no invitan al asentamiento permanente, si bien en ellas habitan multi- tud de aves y criaturas marinas. Por su disposición en di- rección norte-sur a lo largo del borde oriental de la placa tectónica filipina, el archipiélago se encuentra a menudo inmerso en tormentas tropicales a medida que estas se desplazan hacia el oeste, en dirección a Asia, y somete a las islas a puntuales elevaciones debido a la subduc- ción de la placa del Pacífico. Esto ha generado arrecifes periféricos estrechos y discontinuos que proporcionan poca protección frente a los vientos fuertes y mareas
tormentosas propios de los tifones. Para compensar la vulnerabilidad de las Marianas en cuanto a producción alimentaria, en sus aguas habitan abundantes invertebra- dos marinos, bancos de peces de arrecife, moluscos ma- rinos comestibles adaptados a sustratos costeros duros y arenosos, aves marinas en las islas del norte y fuentes de proteínas marinas de alta calidad, procedentes de agrupaciones de peces en bancos y montes submarinos lejanos y durante las migraciones estacionales de peces grandes, como el atún, el dorado y el marlín.
3. Cronología de la flexibilidad cultural
La flexibilidad cultural de las poblaciones humanas prehistóricas que ocuparon las islas Marianas en con- diciones ambientales cambiantes durante tres mile- nios puede categorizarse en los siguientes periodos (Hunter-Anderson y Moore, 2001).
3.1. Los periodos Unai1 temprano y medio (h. 1500-500 a. C.)
Hace unos 3500-3300 años, el nivel del mar se encon- traba unos dos metros por encima del actual, a medida que iba descendiendo desde su nivel máximo de me- diados del Holoceno (Dickinson, 2000). Los pueblos que recolectaban alimentos del mar, procedentes del sudeste asiático insular/Wallacea, empezaron a ampliar su radio de acción, que pasó a incluir las Marianas, acercándose a la zona y acampando en las estrechas playas y lagunas poco profundas que iban emergien- do (Hunter-Anderson, 2013). Usaban sus herramien- tas para procesar especies del arrecife, que utilizaban como alimento y materia prima para elaborar orna- mentos de concha. Su cerámica se parece a la que se ha encontrado en yacimientos costeros contemporá- neos en el Sudeste Asiático insular/Wallacea, lo que sugiere lazos culturales y comerciales con los grupos de la región. Con el tiempo, la simplificación de la de- coración en la cerámica sugiere menos contactos con Wallacea, así como estancias más prolongadas, o bien asentamientos permanentes en algunos casos, apro- vechando los terrenos húmedos cercanos a las playas para plantar cultivos importados. La ausencia de restos óseos humanos impide llevar a cabo estudios de ADN
1 Unai en CHamoru significa «playa»; su uso aquí hace referencia exclusiva- mente a los asentamientos costeros.
 






















































































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