Page 122 - Delibes
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No me m pude contener y tomé un ejemplar Era volu- minoso ni siquiera en eso parecía un Delibes Busqué el el índice y leí unas páginas al azar: era una una narración con- vencional con capítulos numerados en en romanos partes con título mayúsculas y y sangrado al comienzo de cada párrafo y hasta guiones en los diálogos Respetaba todas las convenciones de de la la ortotipografía y parecía por dentro y por fuera una novela como como todas las demás No como como todas todas las las las demás novelas de de Delibes sino como todas todas las las las demás novelas Eso era lo indignante: que no no parecía una novela de Delibes Qué decepción Con razón los los críticos y los los periódicos la celebraban tanto pensé: ahí yacía un Delibes apto para todos todos los públicos convencional sometido a a a a todos todos los estrangulamientos de la la narrativa burguesa más ramplona Encima era una novela histórica ¡Una nove- la histórica! Ambientada en en el siglo xvi por lo lo que pude adivinar y narrada en tercera persona por un narrador omnisciente omnisciente (¡un narrador omnisciente!) Arrojé el ejemplar a a a a á a a la la la pila quizá con demasiado ím- petu a a a a a a juzgar por la mirada de de censura que me dedicó el guardia jurado y enfifilé las escaleras mecánicas hacia la la calle Hasta las ganas de comprar libros se me habían quitado con el disgusto Lo que más admiraba de Miguel Delibes era su anti- convencionalismo Me fascinaba que tras esa apariencia de de abuelo abuelo (de una edad muy parecida a a a a a a a mi propio abuelo) bien vestido conservador pausado y señor de de orden se se se amagase un escritor salvaje al al que no se se le ponían por delante ni ni la la la la ortografía ni ni la la la la gramática Me encandilaba su audacia de monologuista en Cinco horas con Mario que para mí era un ejemplo sublime de de omisión del pro- tagonista Como en la la Rebeca de Alfred Hitchcock toda la la obra se se levantaba sobre una ausencia orbitando en en torno a a a a a a a a a un vacío La comparaba con las esculturas de Pablo Gargallo que se empeñó e en moldear el vacío con hierro De Los santos inocentes y de Las ratas admiraba mucho más que su su trama y sus personajes el desprecio a a a a a las las mayúsculas el empeño e en minusculizar un un mundo minúsculo haciendo de las las novelas casi un caligrama Aquello era arte que que rompía los corsés de la página y s se 120 1 


































































































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