Page 210 - Delibes
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más que una mente enajenada y una apariencia de vida Mi entidad real se había transmu- tado en otros yo había vivido ensimismado mi mi auténtica vida se había visto recortada por esas vidas de ficción Y cuando quise darme cuenta de este despojo y reclamar lo que era mío m mi espalda se había encorvado ya y y el ácido úrico se había instalado en mis arti- culaciones Ya no era tiempo losctoematorodse uRneacibvoisctaecimónucdheaiinffeolricmi-a- ciódna dP?ar¿aLotosdeonstífaune dalegvoenrudeavdoo dsiofleo- renetrea uEnra lfaorpmriamdeerarevcelazmquaer Jaousnefimnáas Sámlaaantoenyctióúnhdaecísauis tleactorore sP acroammo í í inthearpcerentaesrousnnmiñons ósleongsoi belsetsayr csonla-
en en seelnetsicdeonsaqruioe atlamqubeijéanrseeradenumeavloe s s s s s Senimtíaguinarrioesplonúsnaibcioliqduaed peenrosrimgueen y mese qcounedluecsíahagmanucmháas csaosleod?a«dCeusa ndo tú Dloiossablese nptorregeasoamuenopruengudnotnab—adsijo sieTmrpurmeapnorCmapioctaeb—eztaa mtebpiérneolceudpaba miusnalluádtigyom yi esltlaádtoigdoeeásnúimnioc aSmienn- dudteapaalgraunfla gperlaofrusne»d iPzaerodí¿aquaidéníaeesn
Y hacía una última advertencia a a a a a a a sus d és
de de es amigos y familiares para que en caso de de de perder la lucidez no dudaran en hacérselo saber por más doloroso que a les pareciera: «Y en ese mismo ins- tante frenar detenerme al borde del abismo y no escribir una letra más» Delibes tenía solo setenta y tres años y aunque aún publicaría El hereje una de de sus grandes novelas sería fiel a a a a a esa esa promesa y al enfer- mar poco después se pasaría sin escribir una sola línea la la última década d de su vida La escritura no solo había sido el centro de sus obsesiones sino que le había permitido convertirse en un hom- bre admirado y y querido y y tener un número inagotable de lectores Ha- bía tenido todo a a lo que un escritor puede aspirar y sin embargo en ese discurso habló de su oficio como una maldición maldición una maldición maldición que como la de Sísifo con su roca le había en- simismado y apartado de de los demás Pero ¿por qué tanto Delibes como Simenon hablaban de la la escritura rac i e ru 208
el p epdertouimCaprlamceanblmeeamlleovaóla e e cue s creituonr mporngtóanadreucnospaus ñAa-
tra v abmrausjedre bdeetnuttrexgtaor lepuedne la hac e r r u lapnrcoeppiaervsiodnaa?l Acnotneoschereme u me jo r enSuízsaifrolay spiutuedaeciqónueysluos d pro b l eelsatsémtaunjelreejossddeemlciagsetnigeo-
e e se n n j q u m p s h m c a s o a l q T mmuaynpCosaiptiovtoe sNeorehfieevriev ido huizfiocienftaedpaarra ldoasrdteiolsaes s ni viv gra c i p o r s s u u u extraordinaria astucia y fue e e e rs t io o de de pa r r en a b ón e e , d e t S í si f o o as on l . F
ir n a m ig u ob é l . l e n b d a e d a o n a r s o s d u l o o s a e condenado a a a a a perder la vista y a a a a a em-
pujar perpetuamente un peñasco
gigante montaña arriba solo para que al llegar a a a a a la cima se se le le volviese
a a a a a a caer hasta el valle donde debía
recogerlo y volver a a empezar de nue-
vo Sísifo y el narrador se parecen ya que los dos cargan la piedra de su delirio tratando de de obtener un senti-
do que siempre se les escapa Ambos
se obstinan en en una tarea que saben
interminable pues la escritura de un libro no es es distinta a a a a a ese cargar a a a a a lo largo de una cuesta interminable la la piedra de de la la desesperación Un
esfuerzo inaudito que enseguida se se reconocerá como inútil pues con-
cluida esa tarea el el escritor se dará
Cartel para la adaptación teatral
cuenta de de que que el el libro que que tiene en en en de de Cinco horas con Mario 1979 las manos FnotolgerasfíairdveeJodrdei Sgorcaíans cosa 















































































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