Page 240 - Delibes
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Delibes escucha y mira Siempre se ha dicho que la la mirada es la la fuente crucial del artista Todo gran creador es dueño de una mirada peculiar y compleja del mundo Las historias de Delibes provie- nen de su mirada la que conecta
la la realidad con la la imaginación po- niendo en en marcha el acicate de la memoria No olvidemos aquella vieja idea de de que la imaginación no es otra cosa que la memoria fermentada En la capacidad de su mirada con el paisaje como insoslayable presencia escenario físico y mental se encuen- tra también la percepción de los se- res res humanos Seres imaginarios que siempre parece que el escritor ha vis- to Como si existieran antes de que él los inventara Como si estuviesen en alguno de de los lugares por donde el escritor pasea aguardándole La imaginación del novelista de- cía Delibes debe ser tan dúctil como para intuir lo que hubiera sido su vida de haber encaminado sus pasos por senderos que en en la realidad des- deñó En cada novela asume papeles diferentes para terminar convirtién- dose en un visionario esquizofrénico Paso a a a a a a paso el el novelista va dejando de ser él mismo para irse transfor- mando en otros personajes Y cuan- do do estos han adquirido ya relieve y y fuerza para vivir por su cuenta otros entes llamados a a a a ocupar su puesto en en en en diferentes obras bullen y alimen- tan en su interior reclamando prota- gonismo Un autor dueño de sus persona- jes hasta el extremo de sentir cómo
ellos sorbían su vida redondeaban sus existencias a a a a a costa de la suya mientras él sentía el el gozo o o o o o el el dolor de de crearlos insensible al paso del tiempo Pocos escritores han hecho una declaración tan límite de de de esa deuda
y de esa entrega reconociendo en en en la la generosidad del desdoblamiento
la la necesidad de enajenar la la propia existencia para vivir las de sus per- sonajes Encarnado en en unos entes fic- ticios confiesa Delibes con con fugaces descensos de de las nubes transcurre
la existencia del narrador inventán- dose otros yos de forma que cuando medita o o escribe está abstraído des- conectado de la realidad y también cuando cuando pasea o o o o cuando cuando conversa incluso cuando duerme el el novelista no se se piensa ni se se sueña a a a sí mismo: está desdoblado en «otros seres» ac- tuando por ellos La deuda
nos nos tiene a a a nosotros los lectores de Delibes como privilegia- dos beneficiarios Seres humanos ga- nados para la eternidad de de sus des- tinos en la la belleza de las narraciones que habitan con frecuencia como el autor reitera perdedores humilla- dos dos y ofendidos marginales que se debaten en en un un mundo irracional La vida que en ellos palpita sus- traída de quien los inventó es la que fluye según los conocemos con con ese grado de intensidad y secreto que solo proporciona la experiencia de lo lo imaginario La huella puede resultar inde- leble y uno puede llegar a a sentirse incapaz de de expresar lo crucial de de 238




























































































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