Page 242 - Delibes
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intento de de contrapartida de de que el hombre sea un ser vivo en equilibrio con los otros seres vivos De esas conmociones del sustrato de una conciencia permeable a a a a a las razones razones y sinrazones de un tiempo voraz y contradictorio del que el el es- critor es es es testigo están nutridos sus personajes exponentes también de la melancolía de su extravío y soledad Mis personajes no son son asociales insociables ni insolidarios sino so- litarios a a a a a su pesar Hablan poco es es cierto son más contemplativos que locuaces pero antes que como recur- so para conservar su individualismo es porque han comprendido que que a a fuerza de de degradar el lenguaje lo he- mos inutilizado para entendernos La palabra es la la la materia de la la la propiedad mayor La palabra es el patrimonio de una propiedad sin fondo que que implica la mayor rique- za la capacidad extrema de de poder nombrarlo todo y a a ser posible con la la belleza de la la mayor naturalidad ya que una lengua de expresividad infinita es el mejor aval para los in- finitos pensamientos que afiancen y enriquezcan nuestra supervivencia La palabra que cuenta la la vida y nos ayuda a a a a la comprensión del mundo Lorenzo el cazador que luego fue emigrante describía así el anuncio de una nueva primavera Lo recorda-
ba Miguel Delibes en su discurso de ingreso en esta Casa:
El campo estaba hermoso con los trigos apuntados En la coquina de la ribera había ya chiribitas y y ma- tacandiles tempranos Una ganga vino a a a a a a a tirarse a a a a a a a la salina y viró al al guiparnos Volaba tan reposada que le vi a a a la la perfección el collarón rojo y las timoneras picudas [ ] Era un espectáculo [ ] Así como nosotros debió de de sentirse Dios al terminar de crear el mundo En 1975 Delibes publicó Las guerras de de nuestros antepasados El 25 de de mayo de de ese año leyó el discurso de de ingreso en la Real Academia contes- tado por don Julián Marías A las cinco de de de de la tarde del 21 de de de de marzo como recordé hace un momento d de acuerdo a a a su Block de de notas de de un pescador de ribera llegaba a a a a a a a su casa de Valladolid tras la la jornada más fe- liz de su vida en el río con una cesta bella y uniforme según nos cuenta seis kilos en doce peces es es decir un promedio de cuatrocientos ochenta gramos por pez El Luna me dio lo que nunca me había dado ningún otro río Sus amigas las truchas eran aquella tarde las joyas de de una satis- facción y de una ganancia 2408
































































































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