Page 83 - El arte del poder
P. 83

a pie, referencia a la lucha cuerpo a cuerpo. Todos ellos cons- tituían la fiesta caballeresca por excelencia. Dentro de estos tres grupos existieron además diversas variantes en las que se uti- lizaban armaduras específicas para cada una.
En este contexto es preciso resaltar la gran importancia del emperador Maximiliano I de Austria (1459-1519), abue- lo de Carlos V, que ocupa un lugar fundamental en la histo- ria de las armas de lujo y de los juegos caballerescos. Cono- cido como el «último caballero», sobre él había ejercido una gran influencia la corte borgoñona, en la que se vivía como en ningún otro lugar el ideal de la caballería en un marco de esplendor y sofisticación. La mayor aportación del empera- dor fue la creación de tipologías específicas para las arma- duras que se utilizaron en el desarrollo de los diferentes jue- gos caballerescos. Estas armaduras se agrupaban en las llamadas «guarniciones de armadura», consistentes en con- juntos de piezas decoradas a juego. Entre ellas se encontra- ban las que podían formar una armadura de base, a la que se añadían piezas específicas para formar armaduras para la guerra, la justa, el torneo, el combate a pie o las paradas triun- fales. Las guarniciones estaban compuestas por un elevado número de piezas de complemento, de alta calidad técnica y decorativa. Por ello estaban consideradas como los produc- tos más sofisticados dentro de la producción de armas de lujo. La Real Armería de Madrid, dada su procedencia impe- rial y real en un momento de máximo esplendor de la Coro- na española, está considerada como una de las colecciones más ricas existentes en este aspecto.
Al igual que en la alta costura actual, la producción de armaduras de lujo sólo era posible en un limitado número de talleres cuya existencia se entiende gracias al mecenazgo de una poderosa y muy reducida clase de clientes, para la cual se realizaron modelos exclusivos, en ocasiones muy sofisticados, que permitieron experimentar nuevas e ingeniosas solucio- nes constructivas y nuevos patrones decorativos3. A princi- pios del siglo XVI la producción de todo tipo de armas estaba extendida por toda Europa, con excepción de las armaduras, que se concentraba en un limitado número de centros inter- nacionales de origen medieval situados fundamentalmente en el norte de Italia4 y sur de Alemania5. En cierta manera, los centros de producción más importantes también fueron parte de la herencia territorial de Carlos V y de su empresa ita- liana a partir de su victoria en 1525 sobre Francia en la batalla de Pavía. Por ello puede decirse que entre 1525 y 1550, época dorada del arte de la armadura, la mayor parte de las mejores
Burgundian court, which lived out the chivalric ideal in an unequalled setting of splendor and sophistication. The emperor’s greatest contribution was to establish the use of specific types of armors for the different chivalric games. These armors were grouped into the so-called “garnitures of armor” or sets of matching pieces. They consisted of a basic suit of armor, to which specific pieces could be added to form armors for field (war), jousting, tournaments, foot combat, or triumphal parades. Garnitures were comprised of a large number of accessory items—reinforcing pieces— of a high technical and decorative standard. They were accordingly regarded as the most sophisticated products in the field of luxury arms. The Madrid Royal Armory, given the imperial and royal provenance of its holdings, which date from the period of greatest splendor of the Spanish Crown, is considered to be one of the richest existing collections of its kind.
As with haute couture designs today, luxury armors could only be crafted in a handful of workshops whose existence depended on the patronage of a powerful and very limited clientele for whom they made exclusive, sometimes highly sophisticated models, experimenting with innovative, ingenious constructive solutions and novel decorative schemes.3 By the early sixteenth century the manufacture of arms of all kinds had spread across Europe, although armor production was restricted to a small number of international centers of medieval origin located chiefly in northern Italy4 and southern Germany.5 In a sense, the most important production centers of the day were also part of Charles V’s territorial legacy and his Italian campaign following his victory over France in 1525 at the battle of Pavia. It may therefore be said that between 1525 and 1550—the golden age in the art of armor—most of the finest European products were made for Charles V and his family and circle.
The leading German and Italian workshops relied on various specialists. The armorer was generally responsible for designing the pieces, but he required a team of qualified craftsmen and apprentices skilled in burnishing, engraving, damascening, and harness making, among others. The etched decoration that was predominant during the period was based on a pattern that was sometimes previously designed and drawn by an external artist. Workshops enlisted the skills of well-known engravers, some of whom were also well-known painters, such as Hans Burgkmair, Albrecht Dürer, Daniel Hopfer, and Giulio Romano among
82 las armaduras como obras de arte e imagen del poder




























































































   81   82   83   84   85