Page 197 - Glosario imposible
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Agentes
III
Aterrizamos en el aquí y ahora para ver cómo toman cuerpo estas transformaciones en la producción de subjetividades. Creo que era Mao Tse-Tung quien decía que “nuestro campo de batalla es el imaginario de las clases medias.” Aunque sea brevemente, es interesante destacar cómo el arte y la cultura contemporánea española se construyen
como imaginarios de clase y de género, desarrollados por agentes que generalmente pertenecen a estratos sociales muy determinados. Resulta endémica su tradicional falta de sensibilidad ante los conflictos sociales y políticos, o ante la extrema precarización de las condiciones, materiales e inmateriales, de la producción.
En este contexto, es un hecho sintomático que la figura del artista se haya convertido en el modelo de precarización. El neoliberalismo busca
la máxima flexibilización para que el trabajo sea barato y fácilmente explotable. El llamado trabajo autónomo sigue una serie de parámetros de empobrecimiento: la búsqueda de ocupaciones temporales sin derecho a baja médica, a cobrar paro o vacaciones pagadas; la ausencia de protección ante despidos improcedentes; la carencia de una mínima protección social. La línea divisoria ente el tiempo laborable y la vida se desvanece. Hay una acumulación de conocimientos durante las horas no pagadas que no es remunerada,
pero que se exige de manera natural. La comunicación permanente en las redes es vital para poder sobrevivir... Pero estos parámetros se mantienen invisibilizados bajo el manto de la creatividad en el imaginario neoliberal de gobernabilidad. El arte es un interesante campo de pruebas y experimentación de subjetividades para el capitalismo, en él se generan desde modelos de precarización a múltiples procesos mercantiles especulativos.
No vamos a extendernos mucho con esto, pero desde su consolidación, la cultura del régimen de la transición se ha caracterizado por la ausencia de capacidad crítica, la asunción de los marcos conceptuales e institucionales y la falta de compromiso político y social. A medida que el neoliberalismo se ha consolidado como el ADN biopolítico del sistema, los espacios de producción artística y cultural han sido atravesados, parcelados, territorializados
por fórmulas de mediación, que suponen la introducción de la lógica del mercado, así como de dispositivos de control.
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