Page 363 - Goya y el mundo moderno
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El 10 de octubre de 1901 nace en Bor- gonovo, Val Bregaglia (Suiza), Alber- to Giacometti, el mayor de los cuatro hijos del pintor postimpresionista Gio- vanni Giacometti y de Anneta Stampa. En 1904 se trasladan a la ciudad de Stampa y pronto el primero de los her- manos comienza a demostrar su talen- to artístico con dibujos de retratos de sus familiares y paisajes del entorno en el que vive. También dedica su tiempo a copiar obras de arte que encuentra en los libros de la biblioteca paterna. La afición por la copia produce en Al- berto Giometti, tal y como él mismo reconoce, un placer que nunca le aban- donará. En 1915 ingresa en la Escuela Secundaria Evangélica de Schiers, que se ve obligado a abandonar cuatro años más tarde al enfermar de paperas, una dolencia que le dejará estéril. Re- gresa a trabajar una temporada con su padre y aprende a pintar con la técni- ca del puntillismo. Más tarde, retoma sus estudios en la École des Beaux-Arts de Ginebra y en la École des Arts et Métiers. Su perpetua curiosidad le lle- va en la primavera de 1920 a viajar a Venecia junto con su progenitor, por aquel entonces miembro de la comisión suiza de artes para la Bienal. Queda fascinado por Tintoretto y Giotto, lo que le lleva a conocer Florencia y visi- tar su Museo Arqueológico, del que le llama poderosamente la atención el ar- te egipcio. También reside en Roma co- mo huésped en casa de familiares du- rante nueve meses. Los siguientes años los pasará en París, donde acude a los cursos de Emile-Antoine Bourdelle, su- cesor de Rodin, en la Académie de la Grande Chaumière, y frecuenta sus nu- tridos museos. El joven Giacometti ini- cia su carrera artística en esta etapa pa- risina con series de esculturas inspira- das en las culturas africanas y mexica- nas que modela en su estudio de la 46 Rue Hyppolite-Maindron, al que se ha- bía trasladado en 1927 y que conser- vará hasta su muerte. En la capital francesa conoce a André Masson y el grupo de los surrealistas disidentes. A comienzos de la década de los treinta André Bretón y Dalí le invitan a adhe- rirse al grupo. Realiza para ellos obras de corte erótico y violento hasta que, hastiado del movimiento, en 1934 es expulsado del grupo. A pesar de su ex- pulsión, los surrealistas continuarán exponiendo sus esculturas. El abando- no del surrealismo y la vuelta a la fi- guración constituyen el preludio de la llegada de Giacometti a su estilo más característico, desarrollado a partir de comienzos de los cuarenta. Aparecen entonces sus figuras humanas alarga- das de tamaño natural y superficie ás-
pera para los que posan su hermano Diego, la modelo profesional Rita Gueffier y su pareja sentimental, Isa- bel Delmer, aunque pronto comienza a esculpir sin modelos evolucionando hacia obras de gran altura, que hacen de Giacometti uno de los artistas más originales del siglo XX. Su pintura se caracteriza por las figuras rígidas y frontales, simbólicamente aisladas en el espacio. En estas creaciones que re- presentan la soledad y el aislamiento del hombre, se ha querido ver un tra- sunto de la filosofía existencialista, y de hecho Jean-Paul Sartre, el máximo representante de esta tendencia, reco- noció en la obra de Giacometti algu- nas de sus ideas y escribió sobre ella. A partir de la década de los cincuenta, tienen lugar cuantiosas exposiciones que muestran su gran capacidad de tra- bajo, tanto de obra escultórica como pictórica. Entre las salas donde expo- ne con mayor asiduidad destacan las francesas Pierre Matisse Gallery o la Galerie Maeght. En esta época las es- culturas tratan desnudos femeninos de pie Femme de Venise que evolucionan hacia una mayor monocromía y una concesión más importante a la mirada. En los años sesenta proliferan las ex- posiciones de su obra. Las retrospecti- vas más interesantes son las organiza- das por la Tate Gallery de Londres, el Luisiana Museum de Humlebaek o el Museum of Modern Art de Nueva York, en 1965. A finales de este año, tras haber sido operado de cáncer de estómago con anterioridad, es ingre- sado en el Ospedale Cantonale de Coi- ra. El 11 de enero de 1966 muere de un ataque cardiaco. Su tumba se en- cuentra en el cementerio de San Gior- gio, Borgonovo-Stampa, junto a la de sus familiares. La Fundación Alberto Giacometti se inaugura en Zúrich ese mismo año.
G.H.
Bibliografía
AA.VV., Alberto Giacometti: el diálo- go con la historia del arte [catálogo de exposición], Valencia, IVAM-Centre Julio González, 2000; González, Á., Alberto Giacometti: obras, escritos y entrevistas, Barcelona, Polígrafa, 2006; AA.VV., Giacometti: sculptures, prints & drawings from the Maeght Foun- dation [catálogo de exposición], Sid- ney, Art Gallery of New South Wales, 2006.
Julio González
(Barcelona 1876-Arcueil, París 1942) Julio González Pellicer nace en Barce- lona en 1876. Hijo y nieto de orfebres y artesanos del metal, tanto él como su
hermano mayor Joan aprenden el ofi- cio familiar y asisten a la Escuela de Bellas Artes. Joan se convierte en pin- tor e influye en su hermano menor. Ambos participan en exposiciones de artes aplicadas, acuden al Cercle Ar- tístic de Sant Lluc y al Café Els Quatre Gats. Al fallecer su padre, deciden ven- der el taller y marchar a París, donde frecuentan a artistas como Picasso, Manolo Hugué, Gargallo o Casanovas. La muerte de Joan en 1908 sume a su hermano en una depresión, se aísla y abandona la actividad artística, una si- tuación de la que le cuesta años salir. Hasta entonces, al margen del trabajo en metal abordado como artesano, se había decantado por la pintura como expresión artística, alentado por Joan. De su matrimonio fallido nace una hi- ja, Roberta, que le supone un claro apoyo y será la persona que se encar- gue de su obra tras su fallecimiento. Poco a poco Julio González se decan- ta hacia la escultura. Entre 1912 y 1918, mientras continúa realizando jo- yas y pintando, aborda pequeñas obras en bronce repujado o fundido. Al es- tallar la Primera Guerra Mundial, en- tabla amistad con Modigliani y Bran- cusi, aunque su carácter retraído im- pide que la vanguardia le influya di- rectamente. En 1918 entra como aprendiz de soldador en el taller de cal- derería de la compañía La Soldadura Autógena Francesa, una técnica que le abre nuevas posibilidades de trabajar el hierro. A partir de 1920, animado por su entorno, participa en exposi- ciones y recibe buenas críticas, pero to- davía se muestra inseguro. Tras reali- zar sus primeras obras en hierro en 1927 y trabajar conjuntamente con Pa- blo Picasso, al que introduce en la téc- nica de la forja, decide dedicarse ple- namente a la escultura. A pesar de su edad madura, aborda el trabajo con tal vitalidad y versatilidad que se convier- te en uno de los escultores más influ- yentes del siglo XX. Se nutre de gran cantidad de movimientos y artistas, pe- ro su camino es personal y sus obras únicas. Las piezas iniciales suelen re- ducirse a planchas de hierro recortado, sencillas y originales. Ofrece diversas visiones de campesinas, bodegones o máscaras, caracterizándose siempre por la simplicidad de líneas. La tendencia abstracta aumenta a partir de 1930, aunque no abandona el referente de la realidad. Lleva a cabo una serie de ca- bezas y máscaras en las que se advier- te la asimilación del cubismo y el cons- tructivismo. Este lenguaje se depura y tiende hacia una mayor abstracción, conformando las esculturas a partir de gruesas líneas que se dibujan en el es-
pacio. Ésta es una de sus grandes apor- taciones, junto a la utilización del hie- rro como material escultórico, aunque para él se trata de una cuestión más bien práctica, ya que le resulta fami- liar, barato y fácil de encontrar –utili- zaba incluso material de desecho–, y valora las cualidades que le ofrece su elasticidad combinada con la resisten- cia y duración. Se preocupa e investi- ga el espacio, la forma y la línea, y de la experimentación con estos concep- tos surgen unas obras originales en las que precisamente ese espacio es un ele- mento más. Cuando estalla la guerra civil española, deja de lado esas bús- quedas formales y crea una obra pro- fundamente expresiva, Máscara de Montserrat gritando, en la que el ho- rror de la guerra aparece personifica- do a través de ese grito desgarrador. Ahora a la campesina catalana que ha- bía tratado con anterioridad le añade un componente dramático. Este tema lo retoma cuando el Gobierno de la Re- pública le ofrece participar en el pabe- llón español de la Exposición Univer- sal de París de 1937, para el que da for- ma a una Montserrat diferente, digna, fuerte y valiente. Durante los años de guerra se traslada a Arcueil, donde pro- sigue su trabajo. Pero, debido a la es- casez de gas, que requería para sus sol- daduras, se dedica principalmente a di- bujar proyectos para futuras escultu- ras y a modelar. Fallece en esta locali- dad francesa el 27 de marzo de 1942. V.M.
Bibliografía
Llorens, T., Julio González en la co- lección del IVAM [catálogo de exposi- ción], Valencia, IVAM, 2007; Julio González, collection Centre Pompidou- Museée National d’Art Moderne [ca- tálogo de exposición], París, Centre Pompidou, 2007.
George Grosz
(Berlín 1893-1959)
El 26 de julio de 1893 nace en Berlín George Ehrenfried Gross, el último de los tres hijos de Karl Ehrenfried Gross y Marie Luise Wilhelmine. Al poco de nacer, la familia se traslada a Stolp, en el interior de Pomerania (Alemania). Su feliz infancia se ve truncada a los seis años de edad al quedar huérfano de padre, con quien habría comparti- do su afición por las revistas ilustradas de escenarios bélicos que recibía se- manalmente. La temprana pasión que George siente por el dibujo hace que su madre decida pagarle clases parti- culares de pintura. Sumido por un gus- to incuestionable por el arte, entre 1909 y 1912 estudia en la Academia
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