Page 10 - Fernando Sinaga. Ideas K
P. 10

Una de las funciones primordiales de los museos y centros de arte es poner en valor las acciones y trayectorias que durante una larga trayectoria profesional han ido adquiriendo relevancia por sí mismas en el transcurso del tiempo. El museo, en este caso, sirve de ventana y pone de relevancia una posición de clarividencia respecto a
la importancia de la labor de un artista tanto en su vertiente investigadora, como en
sus innovaciones artísticas o como en su contexto. Este último constituye una pieza clave en la comprensión de las realidades cercanas que nos circundan, sus cambios y sus procesos. De él nace o emana la obra de algunos artistas, mientras que en otros —como es el caso de Sinaga— el proceso se produce exactamente de manera inversa, siendo el propio artista quien deposita en el contexto todo su conocimiento y bagaje.
Mi personal interés en la obra de Fernando Sinaga no se circunscribe únicamente
al contexto de Castilla y León —donde ha vivido y desarrollado gran parte de su trayectoria—, sino que se remonta a tiempos anteriores y marcos geográficos más amplios. Mucho antes de trabajar en la institución que dirijo en la actualidad, desarro- llé una importante labor investigadora centrada en los años 80 y 90, sobre todo en la escultura en España, donde importantes artistas comenzaron a labrar sus trayectorias con mayor fuerza y repercusión. Desde los postulados de la joven escultura vasca de Txomin Badiola, Pello Irazu, Ángel Bados, Juan Luis Moraza o Marisa Fernández a
las grandes aportaciones de mujeres artistas como Susana Solano, Ángeles Marcos
o Cristina Iglesias, sin olvidar el irrepetible lirismo de Juan Muñoz, pasando por Sergi Aguilar para llegar a Jaume Plensa, Toni Abad, Jordi Colomer y tantos otros escultores y artistas que, desde su relación con el contexto cercano pero, poco a poco, también con el internacional, marcaron y dotaron de contenido a un movimiento y a una época. Es en esta internacionalización, en esta ampliación de marcos personales, sociales, conceptuales, materiales, geográficos y por ende contextuales, donde la obra de Sinaga emerge y se ve reforzada. Sus postulados teóricos en relación al postminimal
y el cromatismo en su obra me han llevado a investigar cada proyecto realizado desde aquel legendario El Desayuno Alemán (1985), obra que constituye el punto de partida para la muestra presentada en el MUSAC y a partir de la cual se desarrolla toda una investigación de su trabajo.
Volviendo al contexto y en un marco más cercano, no hay tampoco que olvidar que Sinaga, aún siendo maño de nacimiento y pese a representar a una generación intere- sante de escultores que atrajo la atención internacional —recordad la muestra de Three Spanish Sculptors: Cristina Iglesias, Pello Irazu, Fernando Sinaga en la Donald Young Gallery, Chicago (1988)— desarrolla una importante labor en Castilla y León, donde ha vivido y trabajado más de treinta años. Su amistad y trabajo cercano con los represen- tantes del que fuera el grupo más contemporáneo e importante de esta tierra, A UA CRAG, junto a su labor investigadora y docente desarrollada desde Salamanca como Catedrático de Escultura, hacen que el trabajo de Sinaga sea más importante, si cabe,
[10]

























































































   8   9   10   11   12