Page 141 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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I
El estreno español de “La carroza del Santísimo”
de Prosper Mérimée, traducción de Manuel Azaña
Su estreno español tuvo lugar a las 10,45 de la noche del miércoles 17 de junio de 1931 en el Teatro Muñoz Seca de Madrid, por la compañía de Irene López Heredia y Mariano Asquerino. Azaña, entonces ministro de la Guerra del primer Gobierno republicano, asistió al estreno desde un palco y Arturo del Villar nos recuerda el contexto político de aquel estreno, pues “la casualidad permitió que el día del estreno, el miércoles 17 de junio de 1931, las primeras páginas de todos los periódicos españoles insertaran dos noticias sensacionales: la supresión de los cargos y dignidades de capi- tán general en el Ejército y la expulsión del cardenal Segura, primado de España”2. El traductor de esta obra era el impulsor entonces de la reforma militar, en uno de cuyos decretos “Azaña equiparaba a los capitanes gene- rales con los antiguos virreyes”3. Por ello, como esta obra constituía una sátira de los virreyes, el estreno se interpretó por la derecha antirrepublica- na como una burla y una provocación política al alto mando militar.
En efecto, la acción dramática está protagonizada por un anciano y en- fermo virrey español en Lima, Manuel de Amat y Juniet, enamorado de una joven comedianta llamada Micaela Villegas, la Perricholi, en el con- texto de una corrupta corte de los milagros, corrupción de la que también participa el obispo de Lima. “Sátira de la Iglesia católico-romana y del virreinato español en América”4, la prensa republicana elogiaba tanto a la obra como a su autor. Así, Enrique Díez-Canedo escribía que “la come- dia es una pequeña joya, lenta en su andar, como reducida toda a diálogo, y rebosante de gracia en cada réplica. Al trasladarla a nuestro idioma, en perfecta versión, Manuel Azaña le ha conservado todo su espíritu”5. Por su parte, Juan González Olmedilla, en el Heraldo de Madrid, confirmaba el éxito de la representación, ya que “hubo insistentes aplausos, que Irene López Heredia trasladaba, con un gesto, al palco desde donde el traduc- tor asistía a la prueba de su versión, y sumaba su aplauso al de la mayoría, para premiar la labor de los intérpretes”6. Por el contrario, la prensa de la derecha antirrepublicana (José de la Cueva en Informaciones, Jorge de la Cueva en El Debate, F. L. en El Universo, L. A. C. en La Época) la califi- có con rara unanimidad como una obra “volteriana”. No olvidemos que Azaña había sido el traductor de las Memorias de su vida, escritas por él mismo de Voltaire que la editorial madrileña Calpe publicó en 1920. El anónimo redactor de El Siglo Futuro, que firmaba como “Un espectador sencillo”, acertaba a resumir esa airada crítica política y moral de la ca- verna mediática contra la obra: “En suma, una demostración de la blas- femia en el arte, de la blasfemia ‘culta’, y un ataque más a la Iglesia, uti- lizando el procedimiento de Voltaire: la fina ironía, el sarcasmo, el escarnio”7.
2 Villar, Arturo del, El primer estreno teatral de Azaña: “La carroza del San- tísimo”, Madrid, Colectivo Republi- cano Tercer Milenio, 2004, p. 25.
3 Ibídem, p. 26. 4 Ibídem, p. 7. 5 Ibídem, p. 35. 6 Ibídem, p. 39. 7 Ibídem, p. 53.
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