Page 163 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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La respuesta a estos interrogantes podemos encontrarla fundamentalmente a través de los diarios y la correspondencia del propio Azaña, así como de la conocida biografía de Cipriano de Rivas Cherif Retrato de un desconocido. En primer lugar, y respecto al volumen de la obra, vemos que alcanza las veinte traducciones, puesto que el fragmento de Giraudoux –adelantado en 1924– se publicó con la obra integra en 1966. De estas veinte obras, dieci- nueve lo fueron al completo y una –la correspondiente al folleto de Benja- min Constant– parcialmente. También, como muestra la relación, diecisie- te están impresas y tres permanecen inéditas. De estas tres, el texto de las dos primeras sigue desaparecido y las dos últimas las tradujo conjuntamen- te con Rivas Cherif.
De las veinte obras, dieciséis fueron vertidas directamente del francés y cuatro, del inglés. Estas traducciones se editaron en tres periodos: nueve, entre 1918 y 1922; cinco, entre 1930 y 1932, y 3, entre 1966 y 2007; las tres restantes permanecieron inéditas. Por lo que se refiere al género litera- rio, predominan la novela y los libros de memorias, además de cuatro obras teatrales o en versión teatral y varios ensayos.
En lo que respecta a las razones por las que realizó estas traducciones, en general, los que han tratado sobre el tema, incluido Santos Juliá, exponen que lo hizo por la retribución, y, si se lee la correspondencia de Azaña con Rivas Cherif de los años veinte, se verá que no les falta razón. No obstante, si lo analizamos con detalle, esta afirmación, sin dejar de ser cierta, puede tener matizaciones. Otros, como Tierno Galván, tratan de establecer algu- na relación de carácter personal entre el tema de alguna de las obras y el carácter o la psicología del traductor. Lo cierto es que la mayor parte de ellas, sobre todo en su primera etapa, fueron encargos editoriales, salvo el caso de La Biblia en España, que lo hizo por propia iniciativa. En la segun- da fase, Azaña pudo intervenir más libremente, puesto que tenía buena relación con los editores. En todos los casos, se trató de traducciones hechas por encargo y, en general, bien retribuidas. Hay cinco excepciones claras: la editada por la revista La Pluma, es decir, por él mismo, y las obras tea- trales. En el caso de las comedias parece evidente que la elección fue exclu- siva de Azaña y la pretensión, alcanzada con éxito solo en una de ellas, obtener unos buenos ingresos. Tampoco hay que excluir en este caso, vistos los temas escogidos, que lo hiciera por entretenimiento. La obra teatraliza- da de Hermant la tradujo con Rivas Cherif, con la misma intención lucra- tiva. En cualquier caso, veamos lo que nos dice el propio autor.
En 1933 es presidente del Gobierno y le entrevista una periodista alemana. Con sus preguntas, intenta obtener una posible relación entre el contenido de la obra traducida –las memorias de Madame Staël– y sus propios senti- mientos. La respuesta de Azaña es tajante y clarificadora: “No, no; hice la traducción del libro, como la de muchos otros libros, porque el editor me lo encargó”17. En efecto, la obra mencionada es una de las seis que le enco-
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Manuscrito de la traducción
de Manuel Azaña y Cipriano de Rivas Cherif de Memorias
y Correspondencia de Emilia
de Épinay
Casona de Tudanca.
Gobierno de Cantabria
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17 Tierno Galván y Moral Sando- val, op. cit., pp. 93-94. Salvo indi- cación en contrario, todos los datos que mencionamos se encuentran documentados en este libro.






















































































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