Page 240 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
P. 240

Luis R. Marín
Llegada a Madrid del Jalifa
de Marruecos, Muley Hassan Ben el Mehedi Ben Ismael. Banquete ofrecido por este al Gobierno en el Ritz. Aparecen: Francisco Largo Caballero; Luis de Zulueta; Manuel Azaña; Muley Hassan Ben el Mehedi Ben Ismael;
Álvaro de Albornoz; Fernando
de los Ríos; Indalecio Prieto; Santiago Casares Quiroga Fotografía, Madrid, 26 de mayo de 1932
Fundación Pablo Iglesias, Madrid. 17.687
unas maniobras aeronavales italianas que se habían celebrado a principios de agosto de 1932 habían partido del supuesto de que Francia había ocu- pado las Baleares, impidiendo de este modo el paso de la flota italiana desde Trípoli hasta Italia.
En la misma línea, la prensa española organizó un inmenso revuelo en torno a la visita del premier francés. Con más o menos variantes, los diarios y semanarios españoles del más diverso cariz coincidieron en un argumen- to: Herriot venía a España a asegurarse su aquiescencia en caso de conflicto en Europa, lo que no excluía la utilización de las islas Baleares como base de apoyo para Francia en caso de contienda, o el paso de las tropas colonia- les francesas por territorio español, ni la firma tal vez de una alianza militar con España, que ponía seriamente en peligro su neutralidad.
Desde este punto de vista, Azaña –al frente del Ejecutivo y último respon- sable de tal decisión– sería el único culpable de violar la postura más que- rida y unánimemente sostenida por la opinión pública española: la neutra- lidad. El gran valedor de este argumento fue El Debate, órgano de la CEDA, que supo rentabilizarlo adecuadamente en las elecciones de no- viembre de 1933; pero tampoco se quedaron atrás el incipiente fascismo español, que presentó a Herriot como un nuevo Napoleón, decidido a firmar un nuevo pacto de familia, ni la prensa obrera que identificó a la república como nuevo vasallo del imperialismo francés7.
El rumor llegó también a las principales cancillerías europeas, que, más conocedoras de la verdadera situación, lo desecharon, sin embargo, rápida- mente. Pero, a la larga, actuó en detrimento de España y especialmente en detrimento de Azaña. No solo porque la supuesta violación de la neutrali- dad de España, con la firma de una no menos supuesta alianza militar con Francia, se empleó como arma arrojadiza en las elecciones de 1933, sino porque a posteriori caló incluso entre los republicanos españoles que, una vez perdida la Guerra Civil, se preguntaron insistentemente qué habían hecho mal, intentando encontrar una explicación al abandono que sufrie- ron por parte de las democracias occidentales y, especialmente, por parte de Francia cuando estalló la contienda. Y una de las respuestas, largamente admitida, entre otras cosas porque Azaña, que había muerto, no podía re- batirla, fue su actitud durante la visita de Herriot a España: si Azaña hubie- ra sido más receptivo con Francia en 1932, quizás Francia lo habría sido en igual medida con España en 1936.
Nada más lejos de la realidad. Azaña recibió cordialmente a Herriot, que llegó a Madrid en medio de una insólita protesta popular contra el pacto de guerra Azaña-Herriot y el paso de tropas coloniales francesas por terri- torio español, alentada por las proclamas de la prensa sensacionalista. Visi- tó El Prado, El Escorial, Alcalá y Aranjuez, se desplazó a Toledo, donde el doctor Marañón le obsequió con una comida en su cigarral8, y fue recibido
7 Analicé los pormenores del viaje y el análisis que la prensa hizo de él en “Azaña y Herriot”, en Egido León, Ángeles (ed.), Azaña y los otros, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001, pp. 103-126.
8 En el cigarral que el doctor Marañón poseía en Toledo pronunció Azaña un discurso de salutación a Herriot. Hoy puede verse y oírse en la red: https://www.youtube.com/watch?- v=Nekb8fGPJDc [última consulta 01/06/2020].
Francofilia y realpolitik 239





















































































   238   239   240   241   242