Page 348 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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 Agustí Centelles
Azaña en el coche con Juan Negrín; de frente el fotógrafo Robert Capa Fotografía, Barcelona,
28 de octubre de 1938
Ministerio de Cultura y Deporte. Centro Documental de la Memoria Histórica. 02247
La situación, a partir de entonces, fue de franca colisión entre Azaña y Ne- grín. Este pensaba que no podía darse por perdida la guerra y que debía se- guir la lucha, pues, de lo contrario, lo único negociable sería la derrota. “Ade- más, no se puede hacer otra cosa”, le diría a Azaña en una incómoda entrevista en Pedralbes el 22 de abril. Azaña se opuso a aquella política, que tachó de pasiva: “Otra política no solo es posible, sino urgente”, le espetó. “Algún día tendrá usted que pedir la paz. No aguardará a que los últimos defensores de la República pasen la frontera a bayonetazos. [...] Cuanto antes lo haga [...] mejor. No aconsejo la rendición, pura y simple: la resistencia ha de valer para aprovecharla preparando la solución urgente”. Había que “re- conocer la verdad y decirla. El drama es terrible [...] el estrago inútil”11.
El final de la guerra
Cualquier esperanza de Azaña de ensayar alguna fórmula diplomática de su gusto acabó con la crisis de gobierno de agosto de 1938, en la que salió fortalecida la línea propugnada por Negrín de resistir hasta encontrar el momento oportuno. Ese momento –a juicio de Azaña– no llegaría por mucha resistencia que hubiera, sino porque se forzara a las potencias
11 Ibídem, p. 877.
azaña y negrín al frente de la república en guerra y de su diplomacia 347


























































































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