Page 36 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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16 Madrid, Alianza, 1991.
17 Madrid, Taurus, 2006.
18 Madrid, Santillana, 2008.
19 Madrid, Centro de Estudios Políti-
cos y Constitucionales, 2007.
20 Nota de agradecimiento: A María Jo- sé Navarro Azaña, amiga entrañable y querida desde nuestros quinceañe- ros tiempos, a quien debo gran parte de los datos familiares de los Azaña aquí expuestos. Con todo mi afecto, y sépase que los errores me pertene-
cen en exclusiva.
política 16, Memoria de la guerra y el franquismo 17 y Vida y tiempo de Ma- nuel Azaña, 1880-194018. Por encima de todas, los siete volúmenes de su monumental edición de las Obras completas de Manuel Azaña19, con un total de siete mil quinientas páginas, que nos demuestra, por si fuera necesario, que no hay mejor conocedor de la vida y la obra del gran alca- laíno. Deus gratia.
Pero, y antes de terminar, preguntémonos si Manuel Azaña es apreciado por sus vecinos. Creemos que poco, y menos aún quizá conocido. Sin em- bargo, él amaba, a su manera, Alcalá y se muestra orgulloso del pasado fa- miliar que marcó todo el siglo xix alcalaíno. Así en el discurso que ofreció en el homenaje a don Lucas del Campo (veterano político complutense y diputado en varias legislaturas y próximo a su retiro), el 25 de mayo de 1910, exclama con pasión: “yo soy alcalaíno de raza, alcalaíno por los cua- tro costados; yo tengo en mi casa una tradición de amor y de servicios prestados a este pueblo, de lo cual me enorgullezco como de un vínculo espléndido; y he aprendido en las páginas de un libro, escrito por unas manos que para mí eran santas, cuánta gloria, cuánta magnificencia encie- rra la historia de esta ciudad”.
En noviembre de 1937, en plena Guerra Civil, visitó Alcalá acompañado de Juan Negrín, Indalecio Prieto, el general Miaja y Valentín González, El Campesino. En la foto se ve al presidente de la Segunda República, a su paso por la plaza de Cervantes, mirar con seriedad a su derecha, acaso buscando una sonrisa amiga o un gesto solidario. Por su seria expresión, parece no encontrar ni lo uno ni lo otro. Los vecinos se agolpan en las aceras bajo los soportales, nadie parece aplaudir, al tiempo que la chiquillería corre en paralelo a la comitiva. Tan solo Prieto, de quien Azaña, con su sorna habi- tual, decía que, cuando se echaba la mano a la boina, no se sabía si era para saludar o para rascarse la cabeza, Miaja y El Campesino parecen llevar alegre conversación. Digámoslo ya de una vez, Manuel Azaña nunca fue querido por sus paisanos, en general. Pero añadamos que ese día, al pro- nunciar un discurso, entre el gentío vio a su amigo José María Vicario ha- cerle señas y, cuando aquel se apercibió, le hizo subir al balcón y le acomo- dó junto a él. Sería la última vez que se verían.
¿Y hoy? Ya lo hemos adelantado, solo un grupo de seguidores y admirado- res suyos se reúnen una vez al año para celebrarlo en torno al entrañable Foro del Henares, presidido por Rafael García Poveda y bajo la coordina- ción de Jesús Cañete Ochoa.
Poco más se hace, y hora es de preguntar: ¿cuándo el Ayuntamiento y la Universidad crearán un Centro de Estudios Manuel Azaña? Algunos tuvi- mos la ocasión y la oportunidad de intentarlo. En lo que a mí concierne, tan solo me queda excusarme, ya que también cargo con parte de la culpa. Por ello pido perdón y albergo propósitos de enmienda20.
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