Page 361 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Azaña tenía de la política, que prácticamente se retiró de la vida pública salvo para trabajar por la paz.
Durante la Guerra Civil, los contrastes entre Franco y Azaña se agudizan; mientras Franco asume cada vez más protagonismo, Azaña se retira a una oscuridad angustiada. La crueldad y la sangre fría de Franco contrastan con la humanidad de Azaña; el caudillo, decidido a redimir a la nación por la sangre, dispuesto a matar a la mitad de la población si fuera nece- sario; Azaña, el hombre de la razón y la paz. El 17 de julio de 1937, Azaña declaró:
Ninguna política se puede fundar en la decisión de exterminar al adver- sario; no solo –y ya es mucho– porque moralmente es una abomina- ción, sino porque, además, es materialmente irrealizable; y la sangre injustamente vertida por el odio, con propósito de exterminio, renace y retoña y fructifica en frutos de maldición; maldición, no sobre los que la derramaron, desgraciadamente, sino sobre el propio país que la ha absorbido para colmo de la desventura.
Ese mismo día, Franco se regocijó en sus propias victorias: “Tropas rojas derrotadas, aviones que se incendian, barcos que se hunden, presas que nos trae nuestra Marina... Glorias alcanzadas en lucha contra la escoria de Europa”12. En claro contraste con la determinación de Franco de aniquilar al enemigo republicano y de mantener posteriormente la división de Espa- ña entre vencedores y vencidos, durante la guerra Azaña vivió su papel atormentado. Los valores de Franco, tras su muerte en 1975, pervivieron en España durante algún tiempo, pero finalmente se han impuesto, en el régimen democrático instaurado en 1977, los valores liberales y humanita- rios de Azaña.
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12 Azaña, Manuel, op. cit., vol. III, p. 355; Palabras del Caudillo 19 abril 1937 - 31 diciembre 1938, Barcelo- na, Ediciones Fe, 1939, p. 92.





























































































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