Page 375 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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demasiado, como dejan suponer las palabras de Urraca a sus superiores en Madrid: “Las últimas noticias recibidas por conducto del exministro Just y sobre todo procedentes de su médico de cabecera Pallete son que se encuen- tra bastante mejorado siempre dentro de la gravedad”. Unas palabras no exentas de cierta ironía macabra cuando apuntaba que la Legación de Mé- xico había puesto a disposición de Azaña un servicio de vigilancia “para miedo a un rapto”12. El control y el acoso al presidente eran de tal enverga- dura que la noticia del suicidio del médico personal y amigo de Manuel Azaña, Felipe Gómez Pallete, en una de las habitaciones del Hôtel du Midi, era conocida pocas horas después por Pedro Urraca.
¿Protagonizaron los servicios de la Embajada un último intento de secues- tro a finales de octubre? Es lo que sugiere Enrique de Rivas, a raíz del tes- timonio de J. G. Valdés, un republicano español presente en Montauban que entrevistó Isabelo Herreros más de cuarenta años después de aquellos sucesos. Según este testimonio, el 31 de octubre, de madrugada, el emba- jador Félix de Lequerica, acompañado de su chófer y de un policía español (¿Urraca?), se presentó en el domicilio de un abogado montaubanés, anti- guo miembro del movimiento de extrema derecha La Cagoule. Durante la tarde, una reunión celebrada en el domicilio de ese abogado congregó a varios miembros de la Falange, el jefe de la Gestapo local, un farmacéutico y el embajador. Entre todos elaboraron un plan que consistía en presentar- se en el Hôtel du Midi vestidos de uniformes de la policía francesa, sacar a Azaña de su habitación y salir rápidamente en dirección a España a bordo de una ambulancia13.
Sea cierto o no, el mismo día Azaña entraba en coma. Tres días después, el 3 de noviembre, poco antes de la medianoche, fallecía, liberándose de esa encarnecida persecución a manos de un régimen franquista incapaz de frenar su odio ideológico y religioso hacia unos hombres y mujeres vencidos. Con su muerte lejos de la patria, Azaña, máximo exponente de aquella España ilustrada, humanista, demócrata y republicana, frustraba esa sed de vengan- za, como un último gesto de resistencia ante la sinrazón de sus enemigos.
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12 Noticias varias, 14 a 16 de octubre de 1940, AGA Fondo IDD, 109700, Asuntos Exteriores, caja 54/11288.
13 Herreros, Isabelo, “Los últimos días de Azaña”, Tiempo de Historia, núm. 74, pp. 26-37. Rivas, Enrique de, op. cit., pp. 420 y ss.





























































































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