Page 387 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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libertad de educación. En ningún caso fue un fanático “tragacuras”, término que usaba para describir la visión que de él se tenía en sectores de la derecha católica. Desde el pragmatismo racional que practicaba, no consideró que la salud de la República conllevase la disolución de todas las órdenes religiosas, sino únicamente aquellas que, como la de los jesuitas, impusieran en sus estatutos, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado. Con su tono más político, en el citado discurso del 13 de octubre sostenía: “En ningún momento, bajo nin- guna condición, en ningún tiempo, ni mi partido ni yo, en su nombre, sus- cribiremos una cláusula legislativa en virtud de la cual siga entregado a las órdenes religiosas el servicio de la enseñanza. Eso, jamás. Yo lo siento mu- cho; pero esta es la verdadera defensa de la República”.
En su diario de ese mismo día, con el contrapunto de otro tono, el de la reflexión íntima con que a menudo sazona la exposición de sus ideas, ano- ta también:
Me parece mal desalojar de Silos a los benedictinos, no porque la co- munidad haga cosas estimables, sino por lo que es la abadía en la histo- ria de España, y otro tanto siento del Escorial [...]. También se me antoja estúpido que vayamos a cerrar conventos de monjas por esos pueblos de España, las úrsulas de Alcalá, las bernardas de no sé dónde, etcétera. La disolución total e instantánea me hace el efecto de una ac- ción ininteligente.
La equidistancia, ese truco de los insolventes ideológicos para afectar ecua- nimidad, es ajena al ser y hacer de Manuel Azaña. Una ciertamente emoti- va manifestación de sus posiciones políticas se resume bien en la frase pues- ta en boca de su alter ego Garcés en La velada en Benicarló, donde, a pesar de las dificultades y del drama del tiempo en que se escribe, no se permite ocultar la firmeza y continuidad de sus convicciones democráticas y su re- publicanismo de izquierdas: “Pienso en una zona templada del espíritu, en la que no se acomodan la mística ni el fanatismo políticos, de donde está excluida toda aspiración a lo absoluto; en esa zona donde la razón y la ex- periencia incuban la sabiduría había yo asentado para mí la República”. Templanza sí, equidistancia no.
Su inequívoca adscripción ideológica al republicanismo democrático que desmiente cualquier tibieza en su claro compromiso político no ha sido óbice para extrañas apropiaciones de su figura por parte de personajes de nuestra derecha cultural y política actual. El recurso para tal atrevimiento denota falta de escrúpulos intelectuales. Consiste es reivindicar la figura política de don Manuel exclusivamente como un patriota español, a base de descontextualizar sus textos y explicar su actuación con medias verdades, o plenas falsedades, omitiendo el compromiso de Azaña con la República y la izquierda.
386 josé miguel sebastián carrero y juan carlos talavera lapeña





























































































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