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                   LITERATURA Y LIBRO
ARTÍCULO 135
tras pasea”, recuerda la escritora. Además de permitirle centrarse exclusivamente en su trabajo, “nada te distrae, nada te aleja de la historia sobre la que estás trabajan- do”, el convivir con una cultura tan diferente a la nuestra le aportó “un extrañamiento estimulante. Escribir en un país donde se habla otro idioma proporciona a tu propio idioma, a la lengua en la que escribes, una plasticidad y un eco muy interesantes”.
Residencias de ida y vuelta
El viajar a otro país es uno de los estímulos más destaca- dos de las residencias, como atestigua la experiencia del escritor francés Raphaël Sarlin–Joly, que entre agosto y noviembre de 2016 vivió en la Residencia de Estudiantes gracias a un programa de intercambio respaldado por AC/E entre el Ayuntamiento de Madrid y el Ayuntamiento de París. “Los fantasmas de la Residencia de Estudiantes eran guardianes preciosos y valiosos, y siempre lo son, ya que ahora vuelvo regularmente. También fue par- ticularmente conmovedor estar en un Cerro de Álamos querido no solo por Buñuel, Dalí, o Lorca, pero también a Claudel o Cendrars, que son parte de mi horizonte de autores muy cercanos”, revela el autor galo. “Bajo esta protección y alto mecenazgo, la escritura adquiere una densidad diferente: el campo de posibilidades se aviva, la búsqueda del infinito se fortalece”.
“Por supuesto, este tipo de iniciativa me parece esencial: no solo porque es eminentemente beneficioso para los escritores y las obras en sí, sino también por la superación de las limitaciones geográficas, lo que favorece diálogo”, destaca. “En el caso particular del trabajo que comencé en Madrid, Preludio al Despertar de los Mares, también hay una contribución muy fuerte debido a la inmersión en el idioma castellano: el trabajo relacionado con el encuentro entre las civilizaciones española y azteca y la Conquista de México en 1519, la cuestión de este lenguaje es central, y escucharlo permite constantemente un an- claje resueltamente concreto”.
La ruta París–Madrid también es de doble sentido. En la ciudad de la luz ha vivido Alejandro Morellón, residente en la Cité des Arts parisina en 2016, que acaba de hacerse con el Premio Hispanoamericano de cuento Gabriel García Márquez. “Residir en París supuso cuestionar ya no solo mi propio lugar en el mundo sino plantearme la manera en la que los espacios, los imaginarios y los reales, están representados en mi narrativa”, expresa el autor. “Estar en otro lugar significa de alguna forma reasignarse, re- definir el mundo literario y personal de cada uno”, abun- da. “Cuando se está fuera se es consciente de que todo
aquello que sirve para identificarse (las calles, la gente, el idioma) desaparece. Eso deriva en un ejercicio de intros- pección y autocuestionamiento. ¿Quiénes somos cuando solo quedamos nosotros mismos?”, se pregunta Morellón.
La Cité des Arts es uno de los centros clave a nivel euro- peo e internacional en el ámbito de las residencias, no solo literarias, sino de todas las disciplinas artísticas, que alcanzan aquí una resonancia temporal y de calidad en- vidiables. Como explica Claire Berger–Vachon, responsa- ble de las residencias en la institución hasta que se jubiló hace un par de meses, “las colaboraciones generalmente se extiende durante varios años y toman en cuenta las posibilidades y deseos de los socios, son flexibles en su funcionamiento”, explica. “Un jurado selecciona a los me- jores candidatos, y la residencia a menudo se asocia con una beca de residencia, que completa la disponibilidad del estudio. El artista en residencia, ya sea un autor, un artista visual o un músico, no está obligado a represen- tar nada, está allí para crear como parte de una residen- cia de investigación”, detalla la gestora.
“Para un artista, la confrontación con otra cultura es esencial. Un entorno diferente y una vida cotidiana más fácil crean un ambiente favorable para la creación”, opina Berger–Vachon. “La autorreflexión y la apertura a los de- más se ven facilitadas aún más por el funcionamiento de la Cité des Arts, que organiza talleres, reuniones y progra- mación cultural a puertas abiertas con los artistas presen- tes, exposiciones, conferencias... A menudo es fructífero a largo plazo porque la creación es parte del pensamiento y la duración”.
cómic, literatura colectiva
Otro de los ámbitos que AC/E mima dentro de su pro- grama es el cómic, que cuenta con una residencia en la prestigiosa Maison des Auteurs de Angoulême, cuna de la disciplina en Francia. El año pasado, disfrutó de esta visita el autor Rayco Pulido, ganador del Premio Nacio- nal del Cómic 2017 por su obra Lamia, realizada allí, y en esta edición es el turno de Jon Juárez. Para Pili Muñoz, una de las responsables de la Maison des Auteurs, el aliciente principal para residir en su institución es precisamente el contrario al que solicitan los escritores de otros géneros. “Los autores escogidos, unos 20 ó 25 que presentan un proyecto de cómic o de cine de animación, conviven jun- tos, lo que genera un entorno de gente de varios países del mundo que hace cómic, un entorno profesional clave”, explica.
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