Page 47 - El retrato español en el Museo del Prado
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Aunque no puede afirmarse con rotundidad, tanto las medidas como la edad e indumentaria del retratado han hecho suponer que este lienzo se corresponde con uno de los retratos realizados para conmemorar la llamada «jornada portuguesa», cuando en 1619 Felipe III, los príncipes de Asturias y la infanta doña María se trasladaron a Lisboa para la acepta- ción, por parte del futuro rey, del trono portugués. La peculiar relación que la Unión Ibérica estableció con el rey de España, en cuanto que po- seedor también de la corona portuguesa entre los años 1580 y 1640, hacía que el monarca español no residiera de forma permanente en Portugal, al tiempo que se respetaban los propios usos y las costumbres de ese reino. Uno de esos usos era la vestimenta. En el ceremonial portugués, el color apropiado era el blanco con brocados dorados, y así aparecen tanto Felipe (1605-1665) como su esposa Isabel de Borbón (1603-1644), también retratada por Villandrando (fig. 1).
Por lo que respecta al futuro rey, es posible que éste sea su último retrato como príncipe de Asturias, pues en marzo de 1621 ocuparía el trono español por espacio de cuarenta y cuatro años, un largo periodo en el que el imperio subrayó su declive al tiempo que vivió uno de los momentos más importantes de la cultura nacional. El propio monarca conoció tanto el esplendor como el posterior derrumbamiento del en- torno familiar. Fue educado por el conde-duque de Olivares en pleno gobierno del valido de su padre, el todopoderoso Lerma. Aficionado desde niño a la pintura, la música y el teatro, conformaría en el palacio del Buen Retiro un universo a su medida que festejaba la grandeza y la magnificencia de la corona española. En los años cuarenta la muerte de Isabel de Borbón, del heredero Baltasar Carlos, el final del gobierno de Olivares o los envites territoriales del imperio español pondrían un nuevo acento en el devenir del propio rey y, por ende, del reino.
Pero hacia 1620, cuando fue pintado este retrato, eran tiempos felices para la monarquía. Estaba aún lejos el desvanecimiento de la Unión Ibérica,
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