Page 56 - El retrato español en el Museo del Prado
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                En la corte española del siglo XVII pervivió un gusto por las rarezas na- turales heredado de la centuria anterior que se manifestó en la atracción por personas con alguna anomalía psíquica o física, que se utilizaban para entretener los ocios de los poderosos y que fueron frecuentemente objeto de representación pictórica. En los inventarios de las colecciones de los nobles aparecen de vez en cuando referencias a este tipo de obras, como en la del conde de Monterrey (1653), donde se cita «un niño monstruo entrado en carnes», atribuido a José de Ribera. Espléndidos ejemplos de esta atracción, y a la vez testimonios de los diferentes usos que se han dado a los cuadros a lo largo del tiempo, son dos obras de Juan Carreño de Miranda, el pintor del rey Carlos II, que representan a una niña de seis años que causó sensación en Madrid cuando la trajeron en 1680 por sus proporciones extraordinarias, pues pesaba cerca de setenta quilos. Una de ellas (la aquí presente) la muestra vestida, mientras que en la otra versión se encuentra desnuda (Museo del Prado, P-2800). Su deformidad probablemente era consecuencia de una alteración hormonal que se ha descrito como síndrome hipercortical. El interés que despertó dio lugar a la publicación de tres breves escritos que la describen. En uno de ellos, redactado por Juan Cabezas, se cita el origen de estos cuadros: «El rey nuestro señor la ha mandado vestir decentemente al uso de palacio, con un rico vestido de brocado encarnado y blanco con botonadura de plata y ha mandado al segundo Apeles de nuestra España, al insigne Juan Carreño, su pintor, que la retratase de dos maneras: una desnuda y otra vestida».
Se trata de obras que debieron tener bastante éxito, pues hay referencias a que se hicieron varias copias. En ellas se subraya la exhibición de la deformidad mediante una fórmula que, si bien en nuestros días podría parecer un tanto cruel, entra de lleno en los hábitos de comportamiento de la sociedad de la época respecto a lo diferente. No estamos solamente ante una exhibición de la niña como si fuera un espécimen de historia natural, representándola vestida y desnuda en una época muy restrictiva
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