Page 185 - Revista de Occidente o la modenidad española
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                su nombre a las recovas de las Brigadas del Amanecer (al parecer por instigación de un rencoroso aspiran- te a filósofo, resentido por no haberse publicado un artículo, años antes, en Revista de Occidente)».
Entre las muestras de agradecimiento «secre- to» por haber sido aceptado, destaca, por su ex- traordinaria relevancia, la dedicatoria «A Fernando Vela» que Federico García Lorca puso al frente
de su poema «Nueva York. (Oficina y denuncia)», que se incluiría posteriormente, ya en 1940, en el trágicamente póstumo Poeta en Nueva York.
Bastará sólo un testimonio más para ilustrar la reacción contraria (y nunca mejor dicho lo de «re- acción», pues la protagonizó Guillermo Díaz-Plaja). Según contó en su hiperinformativo cuaderno Juan Ramón de viva voz, Juan Guerrero Ruiz visita el do- mingo 31 de mayo de 1931 a Juan Ramón Jiménez y se encuentra allí con el profesor de Barcelona. Conversan distendidamente y en un momento dado «Díaz-Plaja comenta que en Barcelona siempre han tenido mayor vida las revistas que en Madrid, donde lo necesario sería hacer la antirrevista de Occidente, por estar so- metida hoy al cacicato imposible de Fernandito Vela».
Imposible... para los mediocres, cabría añadir, que llegaban a permitirse el enorme desprecio de referirse a él con ese ultrajante diminutivo. No era tan imposible para la literatura de valor, porque si García Lorca de- dicó un poema a Vela fue, sin duda, agradecido por el hecho de que en 1929, dentro de otra colección de la re- vista, Los Poetas, se habían publicado nada más y nada menos que el Primer romancero gitano y la reedición de las Canciones (tras su primera aparición malague- ña de Litoral), culminando una flamante serie donde ya habían aparecido Cántico de Jorge Guillén, Seguro azar de Pedro Salinas y Cal y canto de Rafael Alberti.
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