Page 54 - Anuario AC/E de cultura digital 2017
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a recolectar historias en toda la organización (que por entonces contaba con nada menos que 300 000 empleados), que usaban para entender su cultura y promover proyectos de cambio.
Otras compañías (principalmente estadouniden- ses, como World Bank) se inspiraron en el ejem- plo de IBM y cada miembro inicial del Cynefin Centre, al salir de la empresa, montó su propia consultoría de cambio basado en el storytelling organizacional y se convirtió en evangelizador de un movimiento.
Es esta la corriente que renovó el interés en el storytelling; las consultorías necesitaban trabajar con contadores de historias profesionales
en sus proyectos. Y así, un nutrido grupo de «cuentacuentos» ganó visibilidad, también para sus actividades más o menos lúdicas, como
los círculos de historias, las performances y las noches de música y poesía.
Y así, hace veinticinco años, entendieron que los seres humanos siempre habíamos contado histo- rias, pero necesitábamos recordar lo importantes que eran para la salud de nuestra sociedad.
El storytelling en el ámbito cultural consiste en recopilar historias existentes vinculadas al patrimonio y compartirlas para dotarlo de (más) sentido, generando una conversación a partir de experiencias dignas de ser contadas.
Porque, como dice Annette Simmons, tras la era de la información «ya tenemos todos los datos, ahora necesitamos saber qué significan».
Storytelling y cultura
Las historias son en su esencia vehículos de cultura. Por tanto, forman una parte esencial del entramado cultural de toda comunidad. A todos los lugares, momentos y objetos significativos de un grupo de personas les corresponden historias de origen y muchos otros relatos que
les aportan capas de sentido. Estas narraciones existen, aunque no les prestemos atención ni las divulguemos.
Al trabajar el storytelling en el ámbito cultural,
la primera tarea será, pues, la de recopilar los relatos existentes, tanto en la tradición oral como en la escrita. Luego hay que catalogarlas y guar- darlas para que estén a disposición de quienes los necesiten. Y usarlas para enriquecer programas educativos, turísticos y culturales en general.
Este es el trabajo que realizan organizaciones como la Heritage Foundation of Newfoundland and Labrador12, en Canadá, a través de su «Es- trategia para la conservación y el mantenimiento del Patrimonio Intangible para las generaciones futuras»13.
Es esta, pues, la primera forma de abarcar el storytelling en el ámbito cultural: recopilar historias existentes vinculadas a los elementos físicos del patrimonio y compartirlas para dotar estos de (más) sentido.
Sin embargo, cuando nos enfrentamos al trabajo con nuevas tecnologías y decidimos construir, por ejemplo, un nuevo museo, hay otra manera de abordar los proyectos: la de pensar en la comunidad que deseamos crear y diseñar el universo narrativo que le corresponda. A partir de este diseño, plantearemos toda la relación con el público en términos narrativos, creando experiencias dignas de ser contadas. Como entidad dejaremos de ser un mero emisor para convertirnos en anfitrión que dispone la mesa e inicia una conversación que continuarán nuestros invitados.
STORYTELLING Y DIFUSIÓN CULTURAL · EVA SNIJDERS
Cultura inteligente: Análisis de tendencias digitales