Page 76 - Anuario AC/E de cultura digital 2017
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cosechado grandes ventas; o bien para identificar al próximo Dan Brown teniendo en cuenta el grado de satisfacción de los lectores con libros escritos por autores desconocidos (Kobo, 2014). En fin, todos los datos generados con nuestro libro electrónico son amasados por las empresas editoriales para conocer mejor la relación entre ventas/satisfacción; de esta manera, es más fácil justificar decisiones económicas sobre el futuro editorial de un determinado autor, saga literaria o género.
Con esto no quiero decir que las bibliotecas públicas y los museos deban actuar como las empresas, sino señalar que el estado de vigilancia —al igual que los espacios de resistencia— es previo a las redes sociales. Del mismo modo que empresas como Twitter han sido acusadas de ejercer un poder coercitivo sobre la investigación en ciencias sociales (Reichert, 2015), debemos preguntarnos cómo los humanistas pueden estu- diar los hábitos culturales de los ciudadanos, en diálogo siempre con las bibliotecas y los museos, y utilizando métodos para anonimizar los datos. El objetivo, desde mi punto de vista, es que empresas como Spotify o Amazon no sepan más sobre una determinada sociedad —sobre nues- tros gustos, inquietudes, estados de ánimo— que los integrantes de la misma.
Conclusiones
Desde el año 2011 la expresión «Big Data» se ha extendido en las ciencias experimentales y los medios de comunicación como si el incremento
de los datos disponibles fuera la próxima revo- lución científica. Aunque hay mucho «hype» al respecto, las humanidades no han sido ajenas a este fenómeno; de manera más específica y pese a que la digitalización de nuestro patrimonio cultural es incompleta, en las humanidades digitales se pueden encontrar varias publicacio- nes que conversan con el Big Data y las ciencias sociales. En el ámbito académico europeo, son destacables numerosos proyectos que procesan grandes cantidades de datos para estudiar la lengua, la literatura o el arte gracias a técnicas como el procesamiento del lenguaje natural, la visión automática por ordenador, el modelado de tópicos y la estilometría.
Tras analizar el significado de la expresión
«Big Data», con este artículo se ha puesto el acento en la naturaleza cultural de los datos y
se ha defendido la vigencia de las teorías, los modelos y las hipótesis para llevar a cabo una investigación científica. Por último, se ha tratado la dialéctica privacidad-control. Este asunto escapa, en cierto modo, al ámbito tradicional de las humanidades, pero también merece nuestra atención como ciudadanos del siglo xxi interesa- dos en las prácticas culturales del presente. Los humanistas, sin duda, tienen mucho que aportar a los debates éticos y epistemológicos sobre el uso de los datos generados por la ciudadanía, recordando la condición «capturada» y cultural de los mismos y proporcionando su experiencia para analizar casos particulares teniendo en cuenta el contexto general.
 BIG DATA EN LAS HUMANIDADES DIGITALES · ANTONIO ROJAS
Cultura inteligente: Análisis de tendencias digitales
























































































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