Page 8 - Anuario AC/E de cultura digital 2017
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Y si este es un rasgo clave que nos diferencia de otros seres vivos, parecería lógico que tomára- mos decisiones valiosas e inteligentes cada vez que nos encontrásemos en una disyuntiva.
En otras palabras, si llevo este concepto al extremo, podría decir que un ser humano ple- namente operativo filtra y elige («cura») su vida, momento a momento, decidiendo constante- mente a qué prestar atención, en lugar de dejar que los hábitos, tradiciones, prejuicios o miedos influyan y decidan por él.
Pero ¿qué sucede cuando un ser humano vive en una economía de información digital en la que hay literalmente miles de millones de rutas alternati- vas, productos, estrategias e ideas para elegir?
Podemos filtrar, seleccionar y elegir efecti- vamente solo cuando hay pocas alternativas y cuando sus rasgos característicos claves son clara y fácilmente identificables.
El curador de contenidos del siglo xxi
es un erudito apasionado que disfruta
al encontrar y compartir recursos sobre un tema específico; y que además es transparente en sus intereses personales y vínculos económicos.
Pero tenemos muchas más dificultades para tomar decisiones cuando
a) no somos competentes en el campo en que nos movemos;
b) de repente las alternativas son decenas o cientos;
c) sus rasgos de caracterización y diferen- ciación no son evidentes para nosotros.
En tales situaciones, la única estrategia efectiva de supervivencia es aprender a ser escépticos.
El análisis crítico de las diferentes opciones disponibles es la mejor manera de entender la situación, así como los posibles pros y contras de cada solución posible.
El análisis crítico de diferentes puntos de vista
e interpretaciones de un tema específico es la manera más adecuada de comprender mejor cualquier problema y de evaluar las mejores estrategias disponibles para resolverlo.
Pero si bien es fácil y natural para nosotros hacerlo cuando estamos familiarizados y somos competentes con el asunto que nos ocupa, las cosas cambian mucho cuando queremos apren- der algo nuevo o nos acercamos a un campo de interés sobre el que sabemos poco o nada.
Es en estas situaciones en las que buscamos
y apreciamos la ayuda de un guía experto y de confianza que nos pueda proporcionar unos «prismáticos intelectuales». Ojos virtuales que pueden ver en ese tema más allá de lo que podemos hacer nosotros.
Buscamos a alguien que no sea solo un experto en la materia, sino que también tenga pasión por ana- lizar, investigar, hacer preguntas y verificar las cosas antes de sacar conclusiones o compartir consejos.
Pero no buscamos solo a un experto «cual- quiera». Nos atraen más aquellos con los que podemos empatizar. Personas que comparten, al menos en parte, algunas de nuestras metas, valores, ética e ideales.
Este es el curador de contenidos del siglo xxi. Un erudito apasionado que disfruta al encontrar, recoger y compartir los mejores recursos, noti- cias, información o herramientas sobre un tema o evento específico; y que además comparte de forma transparente sus intereses y preferencias, a la vez que revela sus vínculos.
No se trata de un editor de periódicos o revistas ni de un curador de arte o de un museo. Un cu- rador de contenidos está emparentado con estos profesionales, pero solo en la medida en que un motociclista lo está con un piloto de Fórmula 1
o un campeón de ciclismo. Todos corren, pero el enfoque de su entrenamiento y las habilidades necesarias para su trabajo son muy diferentes.
LA CURACIÓN DE CONTENIDOS EN LA ERA DIGITAL · ROBIN GOOD
Cultura inteligente: Análisis de tendencias digitales