Page 6 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
P. 6

En ocasiones, un solo gesto puede resumir toda la trayectoria de un artista. El de Barbieri, el día antes de morir, es uno de ellos. Ocurrió el 18 de febrero de 1894. El compositor, re- unido con sus amigos Marcelino Menéndez Pelayo y el director de la Biblioteca Nacional Manuel Tamayo y Baus, decidió donar a aquella su inmensa colección de libros y docu- mentos. Una forma de hacer perenne su nombre, con la mente ya puesta en la lejanía del camposanto, entre las paredes de aquel templo de la literatura que tanto amó. Y un te- soro que desde entonces se ha conocido como Legado Barbieri.
Por eso resulta tan oportuno ahora que la Biblioteca Nacional, junto a Acción Cultural Española (AC/E), presente esta exposición Barbieri. Música, fuego y diamantes, que muestra al genio creador y que es, además, la crónica de un tiempo y un país que se abrazó en días convulsos a la esperanza de la cultura y la intelectualidad como tabla de salvación.
Con más de ciento cincuenta obras musicales a sus espaldas, Barbieri podía haber pa- sado a la posteridad solo por títulos como Pan y toros, Jugar con fuego o Los diamantes de la corona. Si resultase obligado encarcelar al personaje en una etiqueta, habría que de- cir de él que fue compositor musical. Pero si tan solo hiciera falta una palabra para evo- car su memoria, tal vez sería “zarzuela”. Y sin embargo fue eso y todo lo demás, porque no hubo disciplina artística o intelectual que no excitara su curiosidad.
Tenía Barbieri el don de la sed de cultura. Esa inquietud le llevó a recuperar en 1870 el Cancionero de Palacio en la Real Biblioteca de Madrid. Veinte años dedicó, a largos ratos, a recomponerlo, transcribirlo, y publicarlo, finalmente en 1890, bajo el nombre Cancionero musical de los siglos xv y xvi.
El legado artístico del compositor inunda y, de alguna manera, trasciende su propia exposición, Barbieri. Música, fuego y diamantes, subyaciendo en ella la intelectualidad de su generación. Aquella intelectualidad con la que se reunía en tantos cenáculos y cír- culos literarios como le permitía su agitada tarea creativa. Célebres fueron aquellas citas de Barbieri en la librería de Fernando Fe, en la Carrera de San Jerónimo, o en la de Mu- rillo, en Alcalá, o en los famosos cafés del Príncipe y Suizo, donde compartía amistades y proyectos con los Ventura y Ricardo de la Vega, Camprodón, José y Luis de Olona, Pina y Domínguez, Antonio García Gutiérrez, Rafael María Liern, o Luis Mariano de Larra, el hijo de Mariano José de Larra junto al que Barbieri firmó dos célebre zarzue- las, El barberillo de Lavapiés y Chorizos y polacos.
Es en El barberillo de Lavapiés, precisamente, donde Barbieri reúne casi todo lo que la zarzuela significa para España, y con ella el compositor demostró todo lo que España puede significar para Europa en el ámbito artístico. Así, esta nueva exposición no es solo el camino para redescubrir a Barbieri y su obra, sino una senda más amplia y bifurcada hacia el corazón de la cultura española del siglo xix.
ÍÑIGO MÉNDEZ DE VIGO Y MONTOJO Ministro de Educación, Cultura y Deporte




























































































   4   5   6   7   8