Page 174 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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chorreaba agua en el recibidor cuando, de pronto, las horquillas que me recogían mi larguísima melena salie- ron volando. Tenía un aspecto desastroso. El hombre con el que me había tropezado me dijo amablemente: «Deja que te ayude, ¿por qué no vamos a la cafetería y te tomas un té caliente?». Iba vestido de punta en blanco, con un traje de tres piezas y un exquisito perfu- me. Agradecí el té, pero empecé a sentirme incómoda porque me miraba fijamente. «Tengo que irme; gracias por el té».
Entonces se puso de pie, apurado, y me dijo: «espe- ra, déjame que me explique». Resultó ser un antropó- logo físico que estudiaba los cráneos del museo y me preguntó si podía tocarme la cara. «¿Mi cara?», pregun- té con incredulidad. «Por favor, no sé exactamente cuál es tu procedencia, pero sí sé que eres de algún lugar cerca de las Filipinas. ¿Me equivoco? Si pudiera tocar tus pómulos, lo sabría con más seguridad». Se había ganado toda mi atención, y me pareció que decía la verdad, así que accedí. Se acercó y colocó sus dedos en mis pómulos y mi ceño. «Sin duda, de las Marianas. ¿De Guam, quizás?», dijo. «Sí», logré decir mientras in- tentaba controlar mi entusiasmo. Dios mío, fue uno de esos descubrimientos que lo cambian todo. Se puso eufórico al escuchar mi respuesta. «Gracias. Nunca ha- bía conocido a alguien de las Marianas, salvo por los cráneos que he tenido la suerte de examinar».
Para ser sincera, aparte de lo insólito de la situa- ción, para mí fue algo verdaderamente extraordinario, una revelación. Realmente tenía una conexión con mis ancestros más allá de la superficie, donde importaba de verdad. Un perfecto desconocido me conocía me- jor de lo que yo me conocía a mí misma. Me sentí le- gitimada; aquel instante marcó un antes y un después. Me había pasado años explicando a la gente por qué hablaba bien inglés, por qué era una isleña de piel blanca, por qué parecía hispana, por qué mi madre se apellidaba Calvo y Torres. Siempre intentando reafir- mar mi identidad indígena, pero sin saber nunca cómo explicar quién era. ¿Quién habría pensado que, estan- do lo más lejos que jamás había estado de mi hogar, descubriría una realidad que reafirmara mi verdadera identidad?
Un fugaz día de lluvia ratificó mi identidad CHamo- ru a manos de un científico que nunca había visto a un CHamoru de carne y hueso antes que a mí. Supo quién era porque había palpado los cráneos de mis an- cestros, y reveló la profunda conexión que nos unía, a mis pómulos y a mí, con ellos. En cuestión de minutos, fue capaz de ver más allá de mi superficie y sacó a la
luz a quien llevaba dentro. Sentí que formaba parte de algo, que en mi piel estaba en casa. Este encuentro me sacó de dudas, al igual que lo había hecho mi nåna a su manera, recordándome que la genética no miente. Para celebrarlo, me fui a cenar un buen plato de arroz frito en un restaurante birmano, lo más parecido que pude encontrar a la gastronomía CHamoru.
9. I tiningo’-hu...
Tras mucho reflexionar y reformular, he alcanzado una fase muy cómoda de mi identidad que yo llamo «con- ciencia asertiva». Me doy cuenta de que no podemos hacer que desaparezcan porque sí esas partes colonia- les que forman parte de nosotros, con sus maldiciones y bendiciones. Hacerlo sería desacreditar nuestra tra- yectoria y menospreciar al pueblo en que nos hemos convertido.
Aunque he tenido que hacer frente a las contradic- ciones y soportar la maldición de haber nacido en una colonia, he disfrutado de la enorme bendición que mi legado de élite me ha proporcionado. Haber nacido en el privilegio me ha permitido recibir una educación, viajar, estudiar en el extranjero y universalizar mi espí- ritu. He podido aprovechar estos beneficios para com- prometerme con la búsqueda de autodeterminación de los CHamoru, nuestra soberanía cultural y la cons- trucción de nuestra nación. Puedo abanderar la revita- lización de la lengua CHamoru con toda mi influencia social. Lo hago como vicepresidenta de la Commission on CHamoru Language, como profesora de historia y cultura del pueblo indígena de Guam y como presiden- ta de la reciente Guam Indigenous Heritage Alliance.
Solo podemos encontrar sentido en lo que somos como pueblo reconociendo los vínculos fundamenta- les que nos unen con nuestro pasado, avivan nuestro presente e inspiran nuestro futuro. He descubierto que navegar por el camino de la identidad entre imperios coloniales comienza con las palabras que utilizamos para designarnos a nosotros mismos. Las palabras im- portan, el lenguaje importa. Nuestro cordón umbilical y el ethos, o måta, de nuestra condición de indígenas están grabados en la lengua que nuestro pueblo ha ha- blado durante más de 150 generaciones. Igual que nos llamamos a nosotros mismos taotao tåno’, llamamos a nuestra lengua fino’ håya.
Pero ¿y qué hay del término «CHamoru»? La palabra utilizada anteriormente, «chamorro», es un vocablo es- pañol que significa «rapado» o «afeitado», o bien remite
3 TULU. LAS MARIANAS HOY: PATRIMONIO E IDENTIDAD























































































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