Page 44 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 ALFREDO ALVAR EZQUERRA 42
le llegaron los bastimentos desde Francia aun a pesar de lo cual, logró otra victoria en Ticonderoga, ya en 1758. Al año siguiente, Montcalm murió en las defensas de Que- bec (a la vez que el dirigente británico, James Wolfe) y el 8 de septiembre de 1760 se entregó, finalmente, Montreal. El Canadá dejaba de ser francés y pasaba a ser britá- nico. Ahora bien: a mucha población francófona se le toleró vivir en Quebec.
Esta situación bélica provocó la caída del partido Whig y el ascenso a primer ministro deWilliam Pitt elViejo, entre 1757 y 1761. Él era partidario de reorganizar el ejército y las armadas, así como de apoyar a Prusia contra Francia en el continente europeo, ahora que acababa de estallar una nueva guerra. No le fueron mal las cosas: con Pitt al frente del gobierno, los británicos consiguieron sonadas victorias en Fort Loninsbourg y en Fort Duquesne (que se renombrará Pittsburg; se quitaron la espi- na).Todo ello, a lo largo de 1758. Pero, igualmente, remontando el río San Lorenzo, tomaron Quebec, primero y, navegándolo hacia el Sur, cayeron sobre Montreal, la primera colonia francesa fundada en Canadá. A partir de entonces, se les abrió el mundo, los enormes espacios de la región de los Grandes Lagos. El mapa del poder en América del Norte cambió absolutamente, precisamente en esta guerra.
Por otro lado, en el Caribe, Guadalupe (1759) y Martinica (1762) fueron con- quistadas por británicos, venciéndolas a franceses. En las costas del África occidental, tomaron las de Senegal y en diferentes batallas navales fueron minando todo cuanto pudieron el poder francés.
Aunque en la India, al principio de la guerra, Francia hubiera ocupado Cal- cuta y todos los territorios adyacentes a Madrás (que no consiguieron conquistar), lo cierto es que a la altura de 1757 había quedado asegurado el poder británico en la India por las campañas triunfantes de reconquista de los espacios perdidos.
A su vez, Austria y Francia (¡Habsburgos con Borbones!) se habían aliado contra Prusia, que, a su vez, lo había hecho con Gran Bretaña. A los austro-franceses se unieron Rusia, Sajonia y Suecia: las alianzas europeas se habían invertido.
En 1756 Prusia invadió Sajonia y conoció un periodo victorioso (1757-1758), al que siguió —sin embargo— la invasión rusa de la Prusia oriental, las campañas demole- doras pero poco fructíferas de austro-rusos contra prusianos, y la alianza de Gran Bre- taña con Prusia. Este es el momento de la soflama de Pitt, “Canadá se gana en Silesia”.
No obstante, el sistema de alianzas se resquebrajaría de nuevo, con el freno de la presión británica en Europa tras las conquistas en el Canadá, la caída de Pitt y, sobre todo, la muerte del rey Jorge II (todo ello culminó en el otoño de 1760).
Al fin, al agotamiento de esta guerra, siguieron los increíbles sucesos de Rusia, la ruptura y retirada de las alianzas de Francia o Suecia, la Paz de Huberstbrug (1763) y la continuación de la guerra en los territorios ultramarinos españoles.
No es de extrañar que haya habido una historiografía, en el siglo XViii, que no haya tenido en consideración los aspectos globales de aquella guerra, sino sólo los

























































































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