Page 79 - El arte del poder
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sido definida como un sistema de normas y actitudes que sua- vizaban la crueldad de la vida y la soberbia de una clase diri- gente que hacía del honor uno de los principales móviles vita- les. La caballería nació como un ideal de vida definido por su carácter militar como preparación para la guerra, por la con- dición nobiliaria de los caballeros y por su índole religiosa. Entre sus deberes y obligaciones destacaban la defensa de la religión cristiana, la defensa y vinculación a un señor, la pro- tección de los débiles, el ejercicio de la justicia por orden del rey y la práctica de la caza y de los juegos caballerescos con- cebidos como entrenamientos para la guerra. En su código ético teóricamente también debían prevalecer la lealtad, la sabiduría y la caridad, además del trato cortés. Por tanto no es de extrañar que las armas adquirieran un fuerte carácter sim- bólico dentro de este universo ideológico.
En el tránsito de la Edad Media al Renacimiento el con- cepto del honor, distintivo de la clase aristocrática, se tradu- jo igualmente en el amor a la gloria, que también caracteri- zaría la mentalidad renacentista y su exaltación del culto a los héroes vinculado a la Antigüedad clásica. En el proceso de transformación de la mentalidad caballeresca y de su esceni- ficación ante el resto de la sociedad tuvieron importancia los fenómenos que condicionaron el poder y las costumbres de la aristocracia europea del siglo XV. En primer lugar, los cam- bios en la guerra supusieron una menor trascendencia mili- tar debido al mayor protagonismo de la infantería y de las nuevas armas como la artillería. La primacía de la caballería en el campo de batalla comenzaba a pertenecer al pasado. Por otra parte, el creciente protagonismo de la burguesía y las ciu- dades supuso una merma de poder respecto a los siglos ante- riores, en los que la sociedad europea era fundamentalmen- te rural y en la que la nobleza territorial ejercía la supremacía social. En este contexto las colecciones reales y nobiliarias de armas, conocidas como armerías, recogían las armas de un señor, diferenciándose de los arsenales estrictamente milita- res. A finales del siglo XV las armerías de reyes y príncipes empezaron a estar compuestas fundamentalmente por obje- tos de lujo que reflejaban la ideología y las tendencias artís- ticas de su época, constituyendo la mejor manifestación mate- rial del mundo caballeresco2.
En el mundo fronterizo entre el medioevo y la modernidad se sitúa la figura del emperador español Carlos V (1500-1558), cuya colección de armas constituye el núcleo de la Real Arme- ría de Madrid. En ella se refleja el sueño de la caballería como referencia a un universo más puro, a un ideal de virtudes caba-
arrogance of a ruling class that made honor one of its chief raisons d’être. Chivalry arose as an ideal of life underpinned by military preparation for war, the noble status of knights, and religious considerations. A knight’s duties and obligations included defending Christianity, defending and being bound to a lord, protecting the weak, exercising justice on the king’s orders, and engaging in hunting and chivalric games as training for warfare. The predominant values of the chivalric code of ethics were, in theory, loyalty, knowledge, and charity, as well as courteous manners. It is therefore not surprising that arms should have become heavily imbued with a symbolic meaning within this ideological universe.
During the transition from the Middle Ages to the Renaissance, the concept of honor—a distinctive feature of the aristocracy—also developed into a desire for glory, which would also characterize the Renaissance mentality and its exaltation of the cult of heroes linked to classical Antiquity. The phenomena that conditioned the power and customs of the fifteenth-century European aristocracy played an important role in transforming the chivalric mentality and its enactment in the eyes of the rest of society. Changes in warfare resulted in a lesser military significance of the nobility, owing to the bigger role played by the infantry and new weapons such as artillery. The primacy of the cavalry on the battlefield was becoming a thing of the past. Furthermore, the growing prominence of the bourgeois class and the towns marked a decline in power with respect to the previous centuries in which European society was essentially rural and the landed gentry enjoyed social supremacy. In this context, collections of arms—called armories—amassed by members of royalty and the nobility differed from strictly military arsenals as they contained the arms of a lord. At the end of the fifteenth century the armories of kings and princes began to be made up chiefly of luxury objects that reflected the ideology and artistic trends of the day and were the greatest material expression of the world of chivalry.2
A prominent figure who dwelled in this world on the frontier between the medieval and modern ages was the Spanish emperor Charles V (1500-1558), whose collection of arms forms the core of the Royal Armory of Madrid. It embodies the chivalric dream as a reference to a purer universe and to an ideal of chivalric virtues like nobility, honor, and fortune—virtues related to the pursuit of justice,
78 las armaduras como obras de arte e imagen del poder




























































































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