Page 76 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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74 JUAN CALATRAVA
 Aventuras Bizarras, 3, «La máscara del dios olvidado», 1987 se enriquezcan tanto con arquitecturas reales como con una amplia e imaginativa serie de edificios soñados. Entre las primeras, destaca la impresión que le produce la súbita aparición de la Gran Muralla China (En la Gran Muralla, núm. 16) o, ya con dibujos de Fuentes Man, el valle de las tumbas de la dinastía Ming (cuya localización, a unos cincuenta kilóme- tros de Pekín, se nos indica incluso mediante un mapa; El valle de los Ming, Extra, 351). Otras construcciones sin identificación real ostentan, con todo, un alto grado de verosimilitud, como ocurre con la representación de un monasterio tibetano (En el misterioso Tíbet, núm. 26) o de un castillo y una ciudad japonesa (respectivamente La hija del Shogun, núm. 276, y La vuelta de Tagaka, núm. 277). A la inversa, un nombre real tampoco supone garantía alguna de fidelidad histórica, como ocurre con el fantástico Karakórum de Bermejo (Aventuras Bizarras, núm. 6), que ofrece, sin embargo, el interés añadido de representar con detalle los trabajos de construcción y la manipulación de grandes sillares. Lo mismo ocurre con la supuesta Angkor dibujada por Fuentes Man, que en poco se parece a la real, mientras que, paradójicamente, mucho más calcada de la verdadera Angkor resulta la ciudad perdida en medio de África que nos muestra Jesús Blasco (Capitán Trueno Revista, núm. 3). Finalmente, están las numerosas arquitecturas que ceden a esa delirante fantasía a la que en general parece siempre invitar el espacio imaginario de «Oriente»: tal es el caso, por ejemplo, de la ciudad
 El Capitán Trueno, 16, «La Gran Muralla», 1956
































































































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