Page 184 - Glosario imposible
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Fernando García-Dory Retorno
Procesos colaborativos que surgen desde el arte suelen tener benefactores institucionales, sean fundaciones o entidades estatales. Estos operan con una cierta agenda política social que los lleva a financiar este tipo de proyectos. ¿Cómo es comodificado o apaciguado el cuestionamiento del contexto a través de la petición de un retorno social? ¿Lo que antes era activismo, desaparece?
Cuando me he enfrentado al término retorno en procesos de arte desde las corrientes del arte público crítico, o lo que llamo plástica socioecológica,
ha sido siempre en diálogo con el ámbito institucional y con una valoración de costes y de un presupuesto de cara a una intervención. Se trata de considerar en qué medida le interesa a la institución apostar por un
proceso colaborativo, con todo lo que tiene de incierto y por un trabajo en parte inmaterial, de un fin abierto, no determinado. La institución intenta responder a esa incertidumbre y justificar su apuesta, concretando algo que de otra forma es abstracto. Esta respuesta viene dada de esta manera y tiene relación directa con fondos públicos sujetos a una posterior fiscalización, opinión ciudadana y fluctuación de votos.
Es común que se le pidan resultados al proyecto, un objetivo cumplido. Y eso puede ir en detrimento de la calidad artística del proyecto, incluso llegar a
su instrumentalización. Una agenda de cambio se pone al servicio de otra agenda, que es la agenda de la mitigación, del apaciguamiento, de la solución dentro del statu quo. En los casos en los que hay una necesidad callada
tiene que ser el artista el que detecte esa necesidad, o bien complejizar un problema. El artista constantemente tiene que estar en una situación crítica de mutuo juego dialéctico con el entorno que lo sostiene, la institución, el sistema del arte... Estás dentro, pero estás constantemente intentando volcar esos límites, cuestionarlos, sobrepasarlos.
Hay cierto arte social que no es muy recomendable porque perpetúa el statu quo, pero aún así, creo que no podemos permitirnos directamente rechazarlo para volver a una idea de arte ensimismado porque hay que estar en ese espacio de desacuerdo y exigir desde ahí que surjan cosas. Pueden darse también proyectos buenos, aunque sea en el ámbito del encargo o en un marco que a priori no parezca tan interesante. Dependerá en última instancia del buen hacer del artista el lograr que la obra tenga valor y retorno real. (hea)
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