Page 217 - Glosario imposible
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El debate acerca de la institución ha adquirido desde comienzos de la pasada década una inesperada vigencia. Podría interpretarse como otra vuelta
de tuerca de la crítica institucional del arte de los años 70 y 80 si no fuera porque proviene de espacios y planteamientos externos al campo artístico, aunque en este haya adquirido cierta especificidad y carta de naturaleza. La institución no es invocada desde aquella obsesión que la convirtió en objeto de pertinaz análisis y crítica, alimentando su narcisismo; ni tampoco es señalada como el enemigo a batir en el camino de la emancipación, como hiciera el antagonismo clásico. El debate sobre la institución ha vuelto
a modo de desafío urgente para la imaginación política y de horizonte necesario para la acción colectiva en un momento de extrema vulnerabilidad social y de acelerada deslegitimación de los dispositivos políticos del sistema. El arte se ve implicado en esta urgencia por su relación dialéctica con el sistema instituido y por su vocación de trascender las determinaciones de
lo pensable y de lo factible. Esta invocación a institucionalidades “nuevas”
u “otras” llegaría a la misma institución cultural en cuestión en el momento en que esta se ve asediada por el productivismo neoliberal, la desafección general y las guerras culturales.
A finales de los años 90 se diseminó por los circuitos del pensamiento, el arte y el activismo la visión de que, una vez desplegado el potencial de las nuevas tecnologías de la comunicación, surgiría una sociedad de individuos interconectados capaces de cooperar, gestionar sus proyectos y generar sinergias sin necesidad de mediaciones ni de estructuras estables, más allá de las que dictaran dichas tecnologías. La emergencia de nuevos modos de producción y de configuración de la subjetividad relacionados con estos parecían exigir una nueva economía política que, en principio, no pasaba por la construcción de nuevas formas institucionales. Según esta sensibilidad “fin de siglo”, las TAZ (zonas temporalmente autónomas, por sus siglas en inglés) que, según Hakim Bey, surgían coyunturalmente desde la voluntad de acción de los individuos y los colectivos, acabarían imponiendo su lógica evanescente y sus formas ad hoc sobre la caduca aspiración de edificar
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