Page 225 - Glosario imposible
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Institución
Donostia, iban a plantear desde su concepción un modelo relacional basado en estructuras ligeras y porosas y en el reconocimiento de un “usuario” activo y propositivo. Diseñadas como parte de procesos de transformación urbana y “ciudad marca” —como Madrid Río o la capitalidad europea de
la cultura—, y afectadas por la lógica de canalización productivista de la creatividad colectiva típica del capitalismo cognitivo, estaban marcadas por una falla en sus cimientos que ha condicionado el despliegue de
una institucionalidad en sintonía con las nuevas pulsiones sociales. Las dificultades que han experimentado en su puesta en marcha, agudizadas por la quiebra de la “economía del ladrillo” en la que se sustentaba su aparición, dan buena prueba de la fragilidad de un modelo que oscila
de manera esquizoide entre el marco empresarial neoliberal y el de la gestión ciudadana, sin poder abrazar totalmente ninguno de ellos. A pesar de esta falla estructural, su naturaleza “blanda” y el agotamiento de las políticas culturales dirigistas de otras épocas, están en disposición de ser “ocupadas” por procesos de experimentación institucional genuinos, siempre que haya detrás gestores, gestoras en este caso, dotadas de la ética y de la inteligencia adecuadas.
Aunque los gobiernos municipales no han cejado en el empeño de generar protocolos que permitan el desarrollo de iniciativas ciudadanas y de modelos de cogestión de lo público, lo cierto es que siguen siendo aquellos procesos de cooperación y okupación derivados de los movimientos sociales casi los únicos ejemplos vivos de la nueva institucionalidad. La Casa Invisible de Málaga, okupada en 2007, y el centro social de comunes urbanos La Ingobernable, okupado diez años después en pleno paseo del Prado madrileño, muestran
la flexibilidad y capacidad de interpelación pública de un modelo definido en su origen desde el antagonismo. Su excepcionalidad y falta de acomodo en el orden jurídico vigente siguen siendo constitutivos de su propia existencia, pero ahora la reivindican como un derecho ciudadano y desde un nuevo sentido común.
De la situación actual se desprende lo inútil que es buscar exclusivamente en los movimientos, los nuevos agentes culturales o las instituciones en crisis el espacio privilegiado para la emergencia de la nueva institución. Ni unos configurarán una estructura ex novo que desplace y sustituya definitivamente a las existentes, ni estas últimas llegarán a mutar por
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