Page 224 - Glosario imposible
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Jesús Carrillo
institucionalidad dentro de nuestro contexto. A través de sus programas públicos fundamentalmente, el museo se declaraba en crisis y se abría a debatir con otros acerca de las bases de aquella institucionalidad posible.
A ese déficit de institucionalidad declarada desde los museos le correspondía la voluntad instituyente expresada por los movimientos sociales. Desde comienzos de la década de 2000 se pusieron en marcha
en las instituciones procesos de colaboración en los que la institución formal reconocía de facto las lógicas y los protocolos de los nuevos
agentes, suspendiendo estratégicamente el monopolio y la exclusividad
de la autoridad cultural que tradicionalmente detentaba. Los marcos contractuales que daban cobertura a esas relaciones pasaban a ser paraguas legales que cubrían procesos de negociación y de corresponsabilidad que suponían un posicionamiento del otro en términos diferentes a los de una prestación de servicios.
A pesar de que los procesos puestos en marcha parecían iluminar un espacio en el que operar —el proyecto de investigación Desacuerdos, el proceso de constitución de la Fundación de los Comunes, o la colaboración con la Red Conceptualismos del Sur—, la disyunción entre prácticas instituyentes
y dispositivos institucionales generaba distorsiones y disfunciones que
el desarrollo de los acontecimientos y los nuevos contextos políticos acabarían tornando insoportables. La hipótesis de una institución plástica, capaz de modificar sus lógicas y sus estructuras a partir del contacto sostenido con prácticas de naturaleza horizontal y cooperativa, se vería diferida y finalmente desplazada por un marco de operaciones menos ambicioso en el que las colaboraciones se llevarían a cabo de manera puntual y sin que la institución se viera interpelada en su definición
como tal. Desde 2011, por otro lado, los movimientos sociales dejaron gradualmente de concebir los museos como compañeros de viaje en sus prácticas instituyentes. La fuerza centrífuga que ocupó calles y plazas,
y que se canalizó en los incipientes procesos municipalistas, desbordaba el espacio acotado de la institución artística que hasta entonces les había servido de eventual laboratorio.
Las instituciones nacidas ya en las ambiguas políticas culturales de las creative cities, como Intermediæ y Medialab Prado en Madrid, o Tabakalera en
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