Page 222 - Glosario imposible
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Jesús Carrillo
Ribalta y Expósito estaban de acuerdo en que el nuevo asociacionismo artístico no podía contentarse con ser un mero instigador de reformas en la administración existente, ni en ser un agente marginal y minoritario alejado de cualquier ambición de afectar de modo sustantivo el ámbito general. Ribalta afirmaba la necesidad de reconocer la voluntad de “conquistar las instituciones” y de ocupar “el centro”, mientras que Expósito reclamaba que los movimientos asociativos contribuyeran desde su especificidad a una nueva hegemonía, la que de manera práctica prefiguraba la sociedad civil alternativa; aquella que acabara erosionando y desplazando la hegemonía del discurso institucionalista tecnocrático.
Las alianzas entre asociacionismo artístico y movimientos sociales que reclamaban Ribalta y Expósito en 1997 se realizaron solo de manera puntual y, paradójicamente, fue la institución en mayúsculas —el MACBA y luego
el Museo Reina Sofía— la que finalmente tomó el protagonismo en dicha interlocución. Por otro lado, la hegemonía institucionalista-tecnocrática
no fue desplazada, aunque la institución hubo de mutar para sobrevivir,
en connivencia con los poderes económicos, al adelgazamiento del sector público y para responder “gatopardescamente” a las demandas del
sector y a los cambiantes hábitos culturales de la sociedad.
Los síntomas que estos detectaron por entonces en la esfera artístico-cultural pueden interpretarse, sin embargo, como el germen de un nuevo tipo de agencia que ya no se encuadra ni en el asociacionismo sectorial ni en la institución formal, sino en una trama de operadores culturales y sociales autoorganizados, dotados de autonomía y de una estructura a la vez más flexibles y más precarias. En pocos años surgieron proyectos de naturaleza tan diversa como Consonni, Fundación Rodríguez y Amasté en el País Vasco, Zemos 98 en Sevilla, Universidad Nómada en Madrid o Hangar en Barcelona, que ya no se situaban como escena alternativa o paralela, sino como actores en un nuevo escenario que tenían que negociar con los “viejos” aparatos institucionales que aún gestionaban gran parte de los recursos. La productora BNV, afincada en Sevilla, cuya andadura se inició en 1989, puede considerarse pionera en este sentido, aunque por el momento histórico en el que arrancó
se diferencia de los ulteriores en que propugnaba un deber ser de la institución tout court que los posteriores solo se plantearon a partir de la redefinición de las propias prácticas.
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