Page 231 - Glosario imposible
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 orientados más desde lo burocrático y garantista que desde un real deseo transformador de resituarse como catalizador de lo público.
Para superar esta situación inmovilista todas tenemos que romper ciertas inercias. Son precisos espacios de diálogo para ver qué queremos que
sean las instituciones de lo público, cómo podrían funcionar y qué estamos produciendo ya hoy con los recursos públicos (no solo me refiero a dinero, sino a espacios, procedimientos, canales de comunicación y legitimidad, funcionarias que podrían involucrarse en proyectos concretos, tratos y relaciones internacionales, etcétera). Para avanzar en esta dirección hay que plantear nuevas interlocuciones y distribuir la responsabilidad, de tal forma que la propia ciudadanía pueda involucrarse y tomar decisiones, a través de sistemas más abiertos y permeables que posibiliten la interacción y la generación de inteligencia colectiva entre expertas, técnicas, ciudadanas y políticas.
Y a la vez que abordamos la regeneración de lo público, hay que liberar espacio para lo común. Porque paradógicamente, a lo público, en su degeneración, a la vez que se le ha ido descapitalizando en sus funciones, se le ha forzado a extenderse hacia otros ámbitos de la vida, cuya gestión, hasta no hace tanto, tenía un carácter más comunitario. Por eso, hay que reaprender a diferenciar entre lo público y lo común. Y que así, lo público se repliegue para coger de nuevo potencia en la gestión satisfactoria de ciertos ámbitos básicos. Y lo común se diversifique, cualifique y despliegue, llevando a la práctica modelos socio-económico-políticos beneficiosos para el conjunto de la sociedad y del planeta.
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