Page 114 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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7 Suárez Cortina, Manuel, El re- formismo en España. Republicanos y reformistas bajo la monarquía de Al- fonso XIII, Madrid, Siglo XXI, 1986, pp. 144 y ss.
8 Egido León, Ángeles, Manuel Aza- ña. Entre el mito y la leyenda, Valla- dolid, Junta de Castilla y León, 1998, p. 123.
9 Azaña, Manuel, “Discurso en Ho- menaje a Melquíades Álvarez y Gu- mersindo de Azcárate al finalizar la Asamblea del Partido Reformista, 14 de mayo de 1916”, OC, vol. 1, p. 261.
10 Azaña, Manuel, “Saludo a los re- presentantes de la ciudad de París”, 24 de octubre de 2016, OC, vol. 1, p. 263.
ellos– percibieron con claridad la pérdida de energía renovadora del parti- do. La aspiración de Azaña de convertir el reformismo en un partido radi- cal dentro de la monarquía se va diluyendo. La colaboración con Roma- nones se le antoja como la antesala de la neutralización del reformismo, como su fracaso. Su idea de que el evolucionismo reformista, el rechazo de la revolución, no significa que se trate de un partido mendicante, sino exigente, se ve comprometida. El reformismo no ha logrado consolidarse en las bases populares del país ni su carácter evolutivo se muestra con energía, sino que su fuerza se disuelve en las aguas del liberalismo dinásti- co7. Para Azaña son momentos de desánimo, de esa soledad interior y despego de las cosas que destilan sus diarios; cuando gira su mirada hacia la literatura del desastre y profundiza en la crisis nacional, da inicio a su estudio del Idearium de Ganivet y se acerca a una reflexión alternativa a la que este ofrecía sobre los comuneros8.
Aliadofilia y patriotismo
Defensor inequívoco de la causa aliada, ve en la guerra una oportunidad para facilitar una reforma del país, cuya renovación demanda una profunda “obra de saneamiento y ventilación”, ante una realidad que deja al descu- bierto la carencia alarmante de un ideal nacional, de un patriotismo que en Azaña viene directamente asociado a los principios de justicia y libertad. Esto es, la vindicación de que la política no puede estar ajena a la defensa de la dignidad del hombre, de un anhelo colectivo que ha de expresarse en la exaltación de la patria, un sentimiento que se presenta con hondas raíces liberales y republicanas. En Azaña la patria no es ni la tierra chica, ni las tradiciones locales, ni la enseñanza de una historia que no ofrece los frutos de una elaboración científica.
La Patria no es eso, es más que eso; la patria para nosotros será la que realice la justicia y la libertad, la que nos preste los medios de arribar a los órdenes superiores de la cultura humana, la que nos permita realizar en su plenitud las aspiraciones de nuestra conciencia de hombres libres, no la que nos veje, no la que nos oprima, no la que viole y escarnezca nuestro íntimo sentido del derecho9.
Esa primera experiencia de frustración con el liderazgo melquiadista no evita que su aliadofilia y el conocimiento que tiene de la política francesa se conviertan en un patrimonio muy positivo para el propio Partido Refor- mista. Es el momento en que en Azaña brota con más fuerza su ideal pa- triótico, cuando analiza la política militar como instrumento de defensa nacional a la luz de la experiencia de la reforma militar francesa y cuando visita el frente. Para Azaña, París es faro y símbolo de la raza latina, “donde se concentran y criban con insuperable energía las cualidades de nuestra raza, donde el genio latino lanza sus mejores destellos...”10. Desde ese sen- tido profundo de latinidad, Azaña aborda la reflexión sobre la naturaleza
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