Page 202 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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En los últimos años de su vida política, la idea de que la construcción re- publicana hundía sus raíces en la historia se hizo más insistente: “El pueblo español no reniega ni necesita renegar de ninguno de los valores morales de su creación antigua para poner a prueba su capacidad para alumbrar otros nuevos”, afirmó en una alocución radiofónica para Hispanoamérica en 1935. Y, ya durante la guerra, en tanto que tenía la convicción de que la derecha antirrepublicana, aunque se revistiera de foránea modernidad fas- cista, no era capaz de superar su propio tradicionalismo clerical y cuartele- ro, él proclamaba en su discurso del 13 de noviembre de 1937 en Madrid: “Nosotros, innovadores de la política española, instauradores de la Repú- blica, trabajadores de la República, para convertirla en un instrumento ci- vilizador y de progreso en nuestro país, no hemos renegado de nada que sea noble y grande en la historia de España”.
Ese enfoque se armoniza con su empeño en una acción política de largo alcance, de efectos duraderos: gobernar, en suma, con perspectiva histórica. Una reflexión que aparece en su diario (en los cuadernos que fueron roba- dos) resulta, a ese respecto, tan ilustrativa que merece la extensa cita. Está fechada el 15 de enero de 1933, en la estela del asunto de Casas Viejas y quince días antes de que Hitler se convierta en canciller de Alemania (nótese la referencia a “lo que viene de fuera”):
Tres diputados, de diferentes partidos, me han hablado hoy de dicta- dura, como único remedio posible a los alzamientos anarquistas, si continúan. Esta es la propensión nacional, el resabio que los años pasados dejan, y lo que viene de fuera. ¿Es que España no puede vivir en democracia y con ley? ¿Nadie quiere obedecer si no es por la fuer- za? Amigos y enemigos de la República, y sus enemigos de ambos bandos extremos, están haciendo todo lo necesario para que se propa- gue la idea de que “así no se puede seguir”, y se inclinen los ánimos a una dictadura. La República está hoy en una tenaza: los monárquicos y los anarquistas. Los ataques de uno y otro bando son violentísimos, según el modo de cada cual. ¿Cómo se sale de la tenaza? Yo preferiría no tener que romperla; sino ir aflojando la presión, con pausa, con serenidad, adelantando cada día un poco más en la reconstrucción política y social.
Un ejemplo de distinta naturaleza, pero con parecido espíritu, lo brinda su anotación del 29 de diciembre de 1932, tras haber visitado la prolongación de la Castellana y otras obras públicas de Madrid cuya puesta en marcha él impulsó, con la colaboración de Indalecio Prieto, a la sazón ministro de Obras Públicas, y del arquitecto Secundino Zuazo: “Si dejo el proyecto total en vías de realización irrevocable habré dado a Madrid un impulso enorme, que marque su porvenir para muchos años; y lo habré hecho con prontitud y silencio, sin necesidad de aparecer para nada, cumpliendo la función que más me gusta, que es servir de motor y despertador de activi-
¿azaña historiador? la fundamentación histórica de su acción política 201






























































































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